Oración que rezaban los pastores de Pastrana cuando iban al monte
El peral que yo planté
era peral de Victoria;
la tierra que yo echera,
perfecta memoria.
Las carnes me están temblando
de estas palabras que digo:
yo quisiera ser cristiana
para servir a Jesucristo.
Jesucristo fue nacido
de una hija de Santa Ana,
y antes de que su muerte venga,
a sus discípulos llama.
Ya los llama de uno en uno,
de dos en dos los llamaba,
y ya que los vio juntos,
de esta manera los habla:
– ¿Cuál de vosotros, amigos,
moriréis por mí mañana?
Unos se miraban a otros,
ninguno respuestas daba;
contestó San Juan Bautista,
que predicó en la montaña:
–Moriré por ti, mi dios;
tu muerte no será nada.
Al otro día de mañana,
el buen Jesús caminaba,
con una cruz en sus hombros,
de madera muy pesada:
un brazo era de olivo,
el otro de olivo y palma;
tres veces cayó en el suelo,
otras tres se levantaba.
Allí salió una mujer
que Verónica la llaman:
sacó un pañuelo de su falda,
y su sudor le limpiaba.
Tres dobleces hizo al paño,
tres caras dejó estampadas:
la una se fue a los cielos,
la otra en la tierra estaba,
la otra se fue a la mar,
donde está la agua salada.
Camina por bien Jesús,
que cerca está la posada,
y allí en el monte del Calvario
las tres Marías te aguardan:
la una, la Magdalena,
la otra Marta y su hermana,
la otra la Virgen Pura,
la que más dolores pasa.
Salir, hijas de Sión,
fue esa que nos crío,
todo preso a una cadena,
11
salir y escuchad los pregones
cómo dicen: “ ¡Muera! ¡Muera!”;
salir y ved la cadena
de toda sangre bañada;
salir y vereis a la Virgen
cómo va desconsolada.
El uno lleva el martillo,
el otro lleva los clavos,
para clavar a Jesús
de sus pies y de sus manos.
Si esta oración dijera
todos los días del año,
sacaré un alma de la pena,
y la suya del pecado;
quien la sepa y no la diga,
quien la oiga y no la aprenda,
el día del juicio dar
verá lo que le convenga.
Amén.
Ave María Purísima
Juliana Higuera, 96 años, Pastrana, noviembre de 2005
El peral que yo planté
era peral de Victoria;
la tierra que yo echera,
perfecta memoria.
Las carnes me están temblando
de estas palabras que digo:
yo quisiera ser cristiana
para servir a Jesucristo.
Jesucristo fue nacido
de una hija de Santa Ana,
y antes de que su muerte venga,
a sus discípulos llama.
Ya los llama de uno en uno,
de dos en dos los llamaba,
y ya que los vio juntos,
de esta manera los habla:
– ¿Cuál de vosotros, amigos,
moriréis por mí mañana?
Unos se miraban a otros,
ninguno respuestas daba;
contestó San Juan Bautista,
que predicó en la montaña:
–Moriré por ti, mi dios;
tu muerte no será nada.
Al otro día de mañana,
el buen Jesús caminaba,
con una cruz en sus hombros,
de madera muy pesada:
un brazo era de olivo,
el otro de olivo y palma;
tres veces cayó en el suelo,
otras tres se levantaba.
Allí salió una mujer
que Verónica la llaman:
sacó un pañuelo de su falda,
y su sudor le limpiaba.
Tres dobleces hizo al paño,
tres caras dejó estampadas:
la una se fue a los cielos,
la otra en la tierra estaba,
la otra se fue a la mar,
donde está la agua salada.
Camina por bien Jesús,
que cerca está la posada,
y allí en el monte del Calvario
las tres Marías te aguardan:
la una, la Magdalena,
la otra Marta y su hermana,
la otra la Virgen Pura,
la que más dolores pasa.
Salir, hijas de Sión,
fue esa que nos crío,
todo preso a una cadena,
11
salir y escuchad los pregones
cómo dicen: “ ¡Muera! ¡Muera!”;
salir y ved la cadena
de toda sangre bañada;
salir y vereis a la Virgen
cómo va desconsolada.
El uno lleva el martillo,
el otro lleva los clavos,
para clavar a Jesús
de sus pies y de sus manos.
Si esta oración dijera
todos los días del año,
sacaré un alma de la pena,
y la suya del pecado;
quien la sepa y no la diga,
quien la oiga y no la aprenda,
el día del juicio dar
verá lo que le convenga.
Amén.
Ave María Purísima
Juliana Higuera, 96 años, Pastrana, noviembre de 2005