Recuperé hace un tiempo mi condición heredada y ahora sentida, de nieto de La Sarguilla. Un diminuto lugar, portal de la Sierra del Segura y Alcaraz, entre almendros y monte, al que dedico parte de mi obra pictórica de los últimos años y al que irremediablemente vuelvo cada temporada. Un refugio en el viejo y enjuto olivo del abuelo Bienvenido. Un lugar para el descanso de la mente y del espíritu, y en el que el tiempo no te ofrece más que eso, tiempo y disfrute de los sentidos.