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Recordando mis raíces...
Peñarrubia, lugar privilegiado por la naturaleza.
Mi primer encuentro con la vida, “Los Cuartos”, casa orientada al mediodía, sitio incomparable. Mi primer recuerdo, la huerta, los olivos, el horizonte, la nieve, la lluvia, la lumbre de troncos de leña, mas tarde, los trigales verdes y los frutos a su tiempo que aun en el recuerdo puedo percibir su perfume natural con olor a tierra mojada del rocío de la noche.
Luego vino la escuela. Mi primer Maestro, Don Alejandro, después, Don ángel con su especial carácter, un Maestro, quizás insuperable, inteligente, amigo, humano; sobre todo, tenia sabiduría y una entrega entusiasta hacia todos. Además, se inventaba las excursiones más divertidas, ingeniosas y deportivas. Aprendimos tantas cosas con él, que deberíamos estar agradecidos. Muchos de sus alumnos, fueron sumamente privilegiados, hicieron carrera sin salir de Peñarrubia. Siento que nuestro pueblo evolucionó mucho con Don Angel.
Luego vino el trabajo y el esfuerzo para el sustento de la vida, como todos los compañeros, cada uno en sus respectivas familias. Después, a los 15 años, la emigración. Casi todos los niños de mi curso, nos fuimos marchando.
También, en Peñarrubia tuve mis primeros amores; esa ingenuidad de la adolescencia, de aquellas dos o tres chicas que tenían un encanto especial, y te ilusionabas paseando, hablando o al acompañarlas al pilar a llenar un cántaro de agua. Estos primeros recuerdos de la vida, ya forman parte de tu persona y en ocasiones lo comentas como vivencias muy especiales.
Os animo a que compartáis vuestras recuerdos de infancia en Peñarrubia, pues me haría mucha ilusión saber de algún relato de algún amigo, compañero de la escuela.
Un abrazo para todos de vuestro amigo,
Miguel López Martínez (“El motetas”).
Peñarrubia, lugar privilegiado por la naturaleza.
Mi primer encuentro con la vida, “Los Cuartos”, casa orientada al mediodía, sitio incomparable. Mi primer recuerdo, la huerta, los olivos, el horizonte, la nieve, la lluvia, la lumbre de troncos de leña, mas tarde, los trigales verdes y los frutos a su tiempo que aun en el recuerdo puedo percibir su perfume natural con olor a tierra mojada del rocío de la noche.
Luego vino la escuela. Mi primer Maestro, Don Alejandro, después, Don ángel con su especial carácter, un Maestro, quizás insuperable, inteligente, amigo, humano; sobre todo, tenia sabiduría y una entrega entusiasta hacia todos. Además, se inventaba las excursiones más divertidas, ingeniosas y deportivas. Aprendimos tantas cosas con él, que deberíamos estar agradecidos. Muchos de sus alumnos, fueron sumamente privilegiados, hicieron carrera sin salir de Peñarrubia. Siento que nuestro pueblo evolucionó mucho con Don Angel.
Luego vino el trabajo y el esfuerzo para el sustento de la vida, como todos los compañeros, cada uno en sus respectivas familias. Después, a los 15 años, la emigración. Casi todos los niños de mi curso, nos fuimos marchando.
También, en Peñarrubia tuve mis primeros amores; esa ingenuidad de la adolescencia, de aquellas dos o tres chicas que tenían un encanto especial, y te ilusionabas paseando, hablando o al acompañarlas al pilar a llenar un cántaro de agua. Estos primeros recuerdos de la vida, ya forman parte de tu persona y en ocasiones lo comentas como vivencias muy especiales.
Os animo a que compartáis vuestras recuerdos de infancia en Peñarrubia, pues me haría mucha ilusión saber de algún relato de algún amigo, compañero de la escuela.
Un abrazo para todos de vuestro amigo,
Miguel López Martínez (“El motetas”).