Otro año más, la culebra de alquitrán se abre paso entre las
montañas onduladas.
La
carretera avanza, ya falta poco para llegar.
El
paisaje, tan familiar, la tierra roja y los rastrojos amarillos, nos confirman que este el el lugar.
Los olivares se divisan a lo lejos, como un
ejercito inamovible y leal, en perfecta formación, que nos espera para darnos la bienvenida.
Los recuerdos vuelven, quisieramos que nos recibieran personas queridas que ya no están.
El pequeño
letrero rectangular, nos anuncia
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