Los caminantes más intrépidos podrán aventurarse (siempre acompañados de un guía oficial) por una ruta de acceso restringido para subir al Mirador de los Chorros e incluso internarse –aunque para ello hay que tener cierta experiencia en espeleología– en la cueva de los Chorros, situada a 1.520 metros sobre el nivel del mar. En su oscuridad se halla la luz de Riópar, un lugar de Albacete que sorprende gratamente a todos sus visitantes.