Las
lluvias de
otoño y las
nevadas de
invierno multiplican el caudal del
río Mundo y convierten la
cascada de los Chorros en un espectacular salto por el que se precipitan miles de litros de forma repentina, como una tromba de
agua imposible de contener. La crecida se transmite al resto de
cascadas y pozas (las "calderetas") que forma el río en su descenso. Aunque aún no se han descifrado todas las claves sobre este fenómeno, se sabe que sucede en contadas ocasiones y siempre después de precipitaciones abundantes.