Segunda Antología del disparate”,
Conozco muchas antologías del disparate que han elaborado profesores con las barbaridades que contestan los alumnos en las clases y en los exámenes. Tengo ahora mismo delante de mí una de ellas, ya clásica, titulada “Segunda Antología del disparate”, escrita por el profesor Luis Díez Jiménez. Se dice en la contraportada: “Libro de broma, claro está, pero para tomárselo muy en serio. La risa y la alegría son fuentes de salud. ¡A ver si es posible que con este libro la enfermiza educación actual se reanime y cobre el grado de salud que necesita!”. Parece decirse, ya sé que no es esa la intención del redactor del texto, que riéndonos de esos disparates se va a mejorar el sistema educativo. Siempre se equivocan los alumnos. Siempre son ellos los perezosos y los torpes. Ni por asomo se puede sospechar, al parecer, que algunos de esos disparates se deban no al deficiente aprendizaje de los alumnos sino a la impericia o a la torpeza de los que tenemos que enseñar.
Me gustaría que los profesores nos sentásemos en las aulas a contestar las preguntas que los profesores de las demás asignaturas hacen a los alumnos. ¿Cometeríamos algún error? ¿Diríamos algún disparate? Un libro coordinado por el profesor José Manuel Esteve recoge los resultados de una investigación en la que se somete a profesores a las preguntas de los exámenes que han realizado los alumnos. Los resultados son impresionantes.
Los periodistas Miguel Villarejo y Javier Serrano han escrito un libro con disparates…, pero de los profesores. Los que decimos en el aula, en la escuela, en las explicaciones y en las mismas preguntas que hacemos.
El libro se titula “Voy a pasar lista cronológicamente y otros disparates de los profesores”. Me parece un libro interesante porque rompe una inveterada manía. La de sostener que los disparates son propiedad exclusiva de los alumnos y de las alumnas. Juanjo de la Iglesia dice en el prólogo que “el docto cuerpo profesoral (se refiere a las exitosas antologías de disparates de los alumnos) quedaba a salvo de la quema, contemplando con condescendencia a aquella grey de adolescentes que les hacían perder el tiempo y a los que intentaban desasnar sin conseguirlo”. Los alumnos eran los únicos responsables de su pereza y de su ignorancia. Dice el editor en la contraportada: “Hartos de sentirse incomprendidos y atacados, los alumnos han decidido pasar a la acción y dar a conocer lo que sucede en las aulas”.
Voy a pasar lista por orden cronológico
Voy a recoger algunas joyas que se presentan en el libro
Voy a pasar lista por orden cronológico
Y otros disparates de los profesores
De Miguel Villarejo y Javier Serrano Prologo de Juanjo de la Iglesia
El bloc de Miguiel Angel Sanchez Guerra
“Voy a pasar lista cronológicamente y otros disparates de los profesores”. Me parece un libro interesante porque rompe una inveterada manía. La de sostener que los disparates son propiedad exclusiva de los alumnos y de las alumnas. Juanjo de la Iglesia dice en el prólogo que “el docto cuerpo profesoral (se refiere a las exitosas antologías de disparates de los alumnos) quedaba a salvo de la quema, contemplando con condescendencia a aquella grey de adolescentes que les hacían perder el tiempo y a los que intentaban desasnar sin conseguirlo”. Los alumnos eran los únicos responsables de su pereza y de su ignorancia. Dice el editor en la contraportada: “Hartos de sentirse incomprendidos y atacados, los alumnos han decidido pasar a la acción y dar a conocer lo que sucede en las aulas”.
El libro no se escribe de la noche a la mañana. En 1996 aparece la primera batería de ‘píldoras’ en la revista “Tristes tigres”. Los alumnos envían a la sección los curiosos disparates de los profesores. Algunos docentes se resisten a la iniciativa: “Como me saquéis en las Píldoras de Menos 20 os pongo un cero a perpetuidad”, dice alguien. La pregunta que lanzaron los autores era bien sencilla: “ ¿Dice cosas raras tu profesor? Contribuye a inmortalizarlo enviando sus perlas para próximas ediciones a ordencronológico- yahoo. es”
.
Conozco muchas antologías del disparate que han elaborado profesores con las barbaridades que contestan los alumnos en las clases y en los exámenes. Tengo ahora mismo delante de mí una de ellas, ya clásica, titulada “Segunda Antología del disparate”, escrita por el profesor Luis Díez Jiménez. Se dice en la contraportada: “Libro de broma, claro está, pero para tomárselo muy en serio. La risa y la alegría son fuentes de salud. ¡A ver si es posible que con este libro la enfermiza educación actual se reanime y cobre el grado de salud que necesita!”. Parece decirse, ya sé que no es esa la intención del redactor del texto, que riéndonos de esos disparates se va a mejorar el sistema educativo. Siempre se equivocan los alumnos. Siempre son ellos los perezosos y los torpes. Ni por asomo se puede sospechar, al parecer, que algunos de esos disparates se deban no al deficiente aprendizaje de los alumnos sino a la impericia o a la torpeza de los que tenemos que enseñar.
Me gustaría que los profesores nos sentásemos en las aulas a contestar las preguntas que los profesores de las demás asignaturas hacen a los alumnos. ¿Cometeríamos algún error? ¿Diríamos algún disparate? Un libro coordinado por el profesor José Manuel Esteve recoge los resultados de una investigación en la que se somete a profesores a las preguntas de los exámenes que han realizado los alumnos. Los resultados son impresionantes.
Los periodistas Miguel Villarejo y Javier Serrano han escrito un libro con disparates…, pero de los profesores. Los que decimos en el aula, en la escuela, en las explicaciones y en las mismas preguntas que hacemos.
El libro se titula “Voy a pasar lista cronológicamente y otros disparates de los profesores”. Me parece un libro interesante porque rompe una inveterada manía. La de sostener que los disparates son propiedad exclusiva de los alumnos y de las alumnas. Juanjo de la Iglesia dice en el prólogo que “el docto cuerpo profesoral (se refiere a las exitosas antologías de disparates de los alumnos) quedaba a salvo de la quema, contemplando con condescendencia a aquella grey de adolescentes que les hacían perder el tiempo y a los que intentaban desasnar sin conseguirlo”. Los alumnos eran los únicos responsables de su pereza y de su ignorancia. Dice el editor en la contraportada: “Hartos de sentirse incomprendidos y atacados, los alumnos han decidido pasar a la acción y dar a conocer lo que sucede en las aulas”.
Voy a pasar lista por orden cronológico
Voy a recoger algunas joyas que se presentan en el libro
Voy a pasar lista por orden cronológico
Y otros disparates de los profesores
De Miguel Villarejo y Javier Serrano Prologo de Juanjo de la Iglesia
El bloc de Miguiel Angel Sanchez Guerra
“Voy a pasar lista cronológicamente y otros disparates de los profesores”. Me parece un libro interesante porque rompe una inveterada manía. La de sostener que los disparates son propiedad exclusiva de los alumnos y de las alumnas. Juanjo de la Iglesia dice en el prólogo que “el docto cuerpo profesoral (se refiere a las exitosas antologías de disparates de los alumnos) quedaba a salvo de la quema, contemplando con condescendencia a aquella grey de adolescentes que les hacían perder el tiempo y a los que intentaban desasnar sin conseguirlo”. Los alumnos eran los únicos responsables de su pereza y de su ignorancia. Dice el editor en la contraportada: “Hartos de sentirse incomprendidos y atacados, los alumnos han decidido pasar a la acción y dar a conocer lo que sucede en las aulas”.
El libro no se escribe de la noche a la mañana. En 1996 aparece la primera batería de ‘píldoras’ en la revista “Tristes tigres”. Los alumnos envían a la sección los curiosos disparates de los profesores. Algunos docentes se resisten a la iniciativa: “Como me saquéis en las Píldoras de Menos 20 os pongo un cero a perpetuidad”, dice alguien. La pregunta que lanzaron los autores era bien sencilla: “ ¿Dice cosas raras tu profesor? Contribuye a inmortalizarlo enviando sus perlas para próximas ediciones a ordencronológico- yahoo. es”
.