Os voy a contal yo lo que pasó en
Alamillo en Nochevieja: pues cenamos –mu bien, como es de suponer-, bebimos buenos blancos y tintos, nos tomamos las uvas, brindamos con cava –catalán, por supuesto-; luego algunos se acostaron –calentitos- y otros se fueron de cotillón, completando la
noche con buenos cubatas, que, aunque están fresquitos, hacen que te acuestes calentito. Y, en fin, eso fue lo que pasó.
Ah, deciros que yo también soy hijo de la Tomasa, como la Celedoña, pero no del mismo padre,
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