José María Gabriel y Galán fue un maestro y poeta salmantino que escribió durante el primer tercio del siglo XX. Gabriel y Galán también fue ganadero de vacuno, propietario de tierras en el Valle del Ambroz, en el norte de la provincia de Cáceres, una tierra de encinas y alcornoques con cierto parecido a nuestro querido Valle de Alcudia. Allí, el poeta, ganadero y maestro, tuvo la oportunidad de conocer muy de cerca a la rústica población del campo extremeño: vaqueros, gañanes, porqueros, carboneros, carreteros, pastores, buhoneros, lavanderas, madres… gente del pueblo. El poeta se sintió muy identificado con ellos, con sus sufrimientos, sus alegrías, sus costumbres, y, por supuesto, con su particular forma de hablar, su habla. Tanto es así, que compuso multitud de poemas puestos en boca de estas rústicas gentes, en los que se refleja la idiosincrasia del pueblo a través de sus pensamientos materializados en su forma literal de hablar. Aquí os dejo alguno de estos poemas, fijaos en el parecido que tienen con el tradicional modo de vida y de hablar en Alamillo.
SIBARITA
¡A mí n'ámas me gusta
que dali gustu al cuerpo!
Si yo fuera bien rico,
jacía n'ámas eso:
jechalmi güenas siestas
embajo de los fresnos,
jartalmi de gaspachos
con güevos y poleos,
cascalmi güenos fritis
con bolas y pimientos,
mercal un güen caballo,
tenel un jornalero
que to me lo jiciera
pa estalmi yo bien quieto,
andal bien jateao,
jechal cá instanti medio,
fumal de nuevi perras
y andalmi de paseo
lo mesmo que los curas,
lo mesmo que los médicos...
Si yo fuera bien rico,
jacía n'ámas eso,
¡que a mí n'ámas me gusta
que dali gustu al cuerpo!
Por supuesto, los extremeños de antes, y los de ahora, no se han sentido tratados como garrulos y paletos por José María Gabriel y Galán; al contrario, se sienten orgullosos de esta forma tradicional de hablar y de la difusión de ésta por el mundo, que ha conseguido el poeta. No es una opinión mía, lo atestiguan la enorme cantidad de calles y plazas que en Extremadura llevan el nombre del poeta, ganadero y maestro, que amó a la gente, tierra y habla extremeña. Hasta un enorme embalse lleva su nombre, muy cerca de donde pastaban sus vacas y donde aún se puede oír hablar de esta hermosa manera.
SIBARITA
¡A mí n'ámas me gusta
que dali gustu al cuerpo!
Si yo fuera bien rico,
jacía n'ámas eso:
jechalmi güenas siestas
embajo de los fresnos,
jartalmi de gaspachos
con güevos y poleos,
cascalmi güenos fritis
con bolas y pimientos,
mercal un güen caballo,
tenel un jornalero
que to me lo jiciera
pa estalmi yo bien quieto,
andal bien jateao,
jechal cá instanti medio,
fumal de nuevi perras
y andalmi de paseo
lo mesmo que los curas,
lo mesmo que los médicos...
Si yo fuera bien rico,
jacía n'ámas eso,
¡que a mí n'ámas me gusta
que dali gustu al cuerpo!
Por supuesto, los extremeños de antes, y los de ahora, no se han sentido tratados como garrulos y paletos por José María Gabriel y Galán; al contrario, se sienten orgullosos de esta forma tradicional de hablar y de la difusión de ésta por el mundo, que ha conseguido el poeta. No es una opinión mía, lo atestiguan la enorme cantidad de calles y plazas que en Extremadura llevan el nombre del poeta, ganadero y maestro, que amó a la gente, tierra y habla extremeña. Hasta un enorme embalse lleva su nombre, muy cerca de donde pastaban sus vacas y donde aún se puede oír hablar de esta hermosa manera.