Ay… ay… amigo Emigrao… ¿Sabes? Me recuerdas al manchego Alonso Quijano, el Bueno. Sí, sí; me recuerdas a Don Quijote de la Mancha, y es que como tal te portas en este foro de Alamillo: intentando desfacer agravios, enderezar tuertos y enmendar sinrazones. Sí, amigo; y curiosamente yo me siento tu compañero de andanzas, Sancho, intentando de continuo desengañarte mostrándote lo real del mundo en que vivimos –aunque como dijo un poeta de Alamillo: “Realidad y ficción no intentes delimitar-; pero, a la vez, admirando tu valor y compartiendo tu Ideal. Pero mira que, como Don Quijote, te has topado con los molinos de la estulticia que con vehemencia giran las aspas de la sinrazón, movidas con ímpetu por los turbulentos vientos ideológicos que nos azotan. Y en tu honroso batallar, además de estultos molinos, encontrarás duques vanidosos que se burlarán de la nobleza de tu espíritu, y violentos y desagradecidos galeotes que te machacarán los huesos como premio a tu generosidad.
Amigo, te recuerdo que, ya en pleno ocaso de su existencia, moribundo pero lúcido como nadie, Alonso Quijano propone a su inseparable Sancho que ambos se hagan pastores de ovejas, y que en la armonía de los campos, mientras cuidan el rebaño, compongan odas al amor y la belleza, y Sancho como siempre acepta sumiso, rendido a la grandiosidad del alma de su amo y amigo. En este caso, yo, amigo, te propongo que vengas conmigo a cuidar mi ganado. Pasaremos el verano en las alturas, más allá del altiplano numantino, observando a las merinas pacer la fina hierba que se cría entre los robledales castellanos, mientras componemos odas y oímos las música celestial de las cencerras. Y al llegar el otoño, de nuevo regresaremos a las lomas de nuestro eterno Valle de Alcudia, y, satisfechos, tomaremos una bellota de esas gordas que se crían en nuestra tierra y la levantaremos hacia al cielo, recordando el famoso discurso de Don Quijote a los cabreros: “Que tiempos aquellos en los que no existían las palabras tuyo y mío…”
Entre tanto, amigo, aquí te dejo (y a todo aquel que lo quiera leer y entender) este hermoso poema de León Felipe, que me recuerda a ti y a mí.
Vencidos
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
Y ahora ociosa y abollada
va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero,
sin peto y sin espaldar…
va cargado de amargura…
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar…
va cargado de amargura…
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar…
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
va cargado de amargura…
va, vencido, el caballero
de retorno a su lugar.
Cuántas veces, Don Quijote,
por esa misma llanura
en horas de desaliento
así te miro pasar…
y cuántas veces te grito:
Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame
a ser contigo pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
Amigo, te recuerdo que, ya en pleno ocaso de su existencia, moribundo pero lúcido como nadie, Alonso Quijano propone a su inseparable Sancho que ambos se hagan pastores de ovejas, y que en la armonía de los campos, mientras cuidan el rebaño, compongan odas al amor y la belleza, y Sancho como siempre acepta sumiso, rendido a la grandiosidad del alma de su amo y amigo. En este caso, yo, amigo, te propongo que vengas conmigo a cuidar mi ganado. Pasaremos el verano en las alturas, más allá del altiplano numantino, observando a las merinas pacer la fina hierba que se cría entre los robledales castellanos, mientras componemos odas y oímos las música celestial de las cencerras. Y al llegar el otoño, de nuevo regresaremos a las lomas de nuestro eterno Valle de Alcudia, y, satisfechos, tomaremos una bellota de esas gordas que se crían en nuestra tierra y la levantaremos hacia al cielo, recordando el famoso discurso de Don Quijote a los cabreros: “Que tiempos aquellos en los que no existían las palabras tuyo y mío…”
Entre tanto, amigo, aquí te dejo (y a todo aquel que lo quiera leer y entender) este hermoso poema de León Felipe, que me recuerda a ti y a mí.
Vencidos
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
Y ahora ociosa y abollada
va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero,
sin peto y sin espaldar…
va cargado de amargura…
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar…
va cargado de amargura…
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar…
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
va cargado de amargura…
va, vencido, el caballero
de retorno a su lugar.
Cuántas veces, Don Quijote,
por esa misma llanura
en horas de desaliento
así te miro pasar…
y cuántas veces te grito:
Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame
a ser contigo pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…