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De dónde tú sales, Melanés artero? ¿Acaso tu pseudónimo es el gentilicio de un habitante de Melanes, en la isla de griega de Naxos, en el archipiélago de las Cycladas? ¿Acaso eres uno de sus adorados dioses que, con tu verso sibilino y suelto, traes como intención confundir, poner a prueba, mi corto entendimiento de pastor de ovejas? ¿No serás el propio Zeus?, o ¿es que no debo yo amar a Alcudia como Dionisios amaba a Naxos?
De decirte he, Melanés descreído, que no afirmes con ánimo tan certero, la negación del Santo Cielo, y tampoco vislumbres que crea yo en el Cielo o el infierno postrero. Ya sé yo que diñará mi ego, y ese es mi consuelo. Pero también sé que cuando, en el santo campo, purgo mi cerebro y abandono mi pensamiento en continuo recelo, siento en mí a Dios mismo, a mi Padre verdadero, y este es mi Credo.
De Milagros no me digas; de esto ando yo satisfecho, y acá no voy a dar taimadas razones porque ese es mi secreto y agradecimiento.
Melanés intrépido, una sonrisa me has puesto, y tu afecto hacia mí es manifiesto; pero déjate de peroratas… que del Cielo, todo lo doy por cierto.
De decirte he, Melanés descreído, que no afirmes con ánimo tan certero, la negación del Santo Cielo, y tampoco vislumbres que crea yo en el Cielo o el infierno postrero. Ya sé yo que diñará mi ego, y ese es mi consuelo. Pero también sé que cuando, en el santo campo, purgo mi cerebro y abandono mi pensamiento en continuo recelo, siento en mí a Dios mismo, a mi Padre verdadero, y este es mi Credo.
De Milagros no me digas; de esto ando yo satisfecho, y acá no voy a dar taimadas razones porque ese es mi secreto y agradecimiento.
Melanés intrépido, una sonrisa me has puesto, y tu afecto hacia mí es manifiesto; pero déjate de peroratas… que del Cielo, todo lo doy por cierto.