He estado leyendo por ahí, por la red, lo que unos y otros alamilleros/as escriben sobre la iniciativa, y la polémica consiguiente, de poner el nombre de una calle de la localidad a un ilustre vecino de Alamillo; buena gente éste, además, y de esto doy fe porque lo traté, estuve muchas veces en su casa tomando café y charlando de todo, de la vida. En mi opinión, a este vecino de amplia formación, mente lúcida y sobrado coraje para defender la libertad aun a riesgo de perderla él mismo, no le gustaría que su nombre rezara en una calle de su pueblo. Él ya hizo lo que quería: “alumbrar conciencias”, que ya tuvieran cierta apertura, claro… y de vanaglorias, me parece que “pasaba un rato”. Ahora, también es verdad que el nombre de alguna de nuestras calles, pese a que se hiciera de forma legal y democrática, a mi entender es un hecho errado, y en esto coincido con algún opinante más. Un ejemplo puede ser la calle “Diego de Almagro”. Hombre, si buscamos relación biográfica del tal conquistador y descubridor con Alamillo, pues simplemente no existe; pero es que, además, ¿quién no sabe que este individuo fue un ambicioso militar, un hombre de guerra, que participó junto con Francisco Pizarro en el asesinato del inca Atahualpa?, ¿quién no sabe que lideró una de las facciones de la guerra civil que se libró durante la conquista del Perú entre sus partidarios y los del propio Francisco Pizarro (antes socio) por el único motivo de ambicionar un poder y unas riquezas que sí consiguió de la Corona española su ahora adversario?, ¿quién no sabe que fue asesinado por sus enemigos?, ¿quién no sabe que sus partidarios asesinaron, posteriormente, a Francisco Pizarro?... Umm, mucha ambición y demasiada sangre. No me gusta que una calle de nuestro Alamillo lleve el nombre del tal individuo. Yo propongo que se le cambie el nombre a esa calle y se venga a llamar Calle de las alamilleras, y luego buscamos otra por ahí con un nombre igual de errado y la llamamos Calle de los alamilleros. Propongo…
Es innegable que Vicente Romano es un gran intelectual; un experto en Comunicación humana; un científico social comprometido con la libertad individual; un avezado conocedor de las estrategias manipulativas del lenguaje neoliberal que de manera sutil en algunos casos y descarada en otros, encarcela incautas conciencias y nos lleva al lugar en el que estamos: la miseria moral de la sociedad, la corrupción sistémica y el desastre ambiental. Reconocido en ámbitos culturales e institucionales de muchos países de Europa y América, Vicente siempre paseó orgulloso el nombre de su pueblo y de su tierra por todo el mundo, además de escribir, junto con un amigo, un libro de viajes de nombre “Valle de Alcudia” que, aparte de su interés literario, es una clara denuncia de la situación de explotación y pobreza en la que vivían los pastores y carboneros, junto con sus familias, en los latifundios de Alcudia; en contraste con la vida los dueños de las fincas. Y esto lo hizo en los tiempos del “Plan Marshall”, jugándose el pellejo y siempre sin alharacas.
En fin, que sobrados motivos tiene para que en una calle de Alamillo rece su nombre como forma de reconocer sus paisanos su talla intelectual y humana. Pero, a algunos se les olvida el famoso aforismo de Jesús de Nazaret: “Nadie es profeta en su tierra”. Quiero decir que una buena parte de la población, como se ha podido comprobar, no está de acuerdo con la iniciativa, quizá por desconocimiento del trabajo de Vicente o por prejuicios ideológicos y políticos, lo cual es muy lícito. Y cuando en estos asuntos no hay consenso, a mi juicio, lo mejor para todos es desistir. Qué más da, si el fruto ya lo tenemos. “Por sus frutos los conoceréis”, dijo también Jesús, y Vicentillo ya nos dio el suyo: jugoso, suculento, con una fructosa transmisora de una poderosa energía, la energía de la libertad.
Salud paisanos.
En fin, que sobrados motivos tiene para que en una calle de Alamillo rece su nombre como forma de reconocer sus paisanos su talla intelectual y humana. Pero, a algunos se les olvida el famoso aforismo de Jesús de Nazaret: “Nadie es profeta en su tierra”. Quiero decir que una buena parte de la población, como se ha podido comprobar, no está de acuerdo con la iniciativa, quizá por desconocimiento del trabajo de Vicente o por prejuicios ideológicos y políticos, lo cual es muy lícito. Y cuando en estos asuntos no hay consenso, a mi juicio, lo mejor para todos es desistir. Qué más da, si el fruto ya lo tenemos. “Por sus frutos los conoceréis”, dijo también Jesús, y Vicentillo ya nos dio el suyo: jugoso, suculento, con una fructosa transmisora de una poderosa energía, la energía de la libertad.
Salud paisanos.