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ALBALADEJO: DANZA DE LAS áNIMAS Esta danza es muy tradicional...

DANZA DE LAS áNIMAS



Esta danza es muy tradicional y antiquísima en el pueblo de Albaladejo, del partido de Infantes, donde se conserva en su forma más virginal el folklore manchego. Los danzantes, en número de siete, más el tocador y el capitán, visten trtajes típicos, llevando cada uno una espada, y tienen las siguientes prendas: pañuelo de seda, tapando la cabeza y colgando los picos, dos bandas de pañuelos de manila atravesando los hombros y otro atado por la cadera, haciendo pico hacia adelante. Usan chaleco de colores y americana negra, con calzón corto, adornado con una botonadura por la pierna, medias blancas de algodón, con calzos, adornadas con cintas de colores, madroños y alpargate blanco.

La danza, o función de ánimas, consiste en vestir una vara de cuatro metros con ocho cintas, tantas como danzantes. El tocador, acompañado de un tiplillo o requinto (instrumento parecido a la guitarra, pero mucho más pequeño), interpreta la parte musical de esta danza, mientras los danzantes, al compás de dicha melodía, visten y desnudan la vara, haciendo un tejido de cuadros, en la forma siguiente:



De los ocho danzantes, cuatro tejen la vara danzando hacia la derecha y los otros cuatro hacia la izquierda; y para destejerla, al contrario. A continuación, los danzantes ahorcan al capitán, poniendo cada uno su espada encima de sus hombros, rodeándole el cuello, sin dejar de danzar.

Esta danza se celebraba durante los tres días de Carnaval (la última vez que se celebró este acto fue a raíz de la Liberación), cuyo último día se decicaba a las ánimas, y de ahí el título de la presente danza. Durante la Santa Misa in memoriam de las ánimas benditas del Purgatorio, los danzantes la interpretaban durante el ofectorium hasta el alzar a ver a Dios o sea hasta la consagración, y al final de la Misa se dirigían danzando hasta el cementerio, donde se decía un Responso, regresando otra vez a la Iglesia, sin parar de danzar, dando siempre los danzantes la cara al cementerio.

Esta danza, según costumbre tradicional, se bailaba en la Iglesia durante tres días seguidos y el último en el cementerio.