Me parece un error señalar a Alcázar como un modelo a seguir. Por las siguientes razones:
- La primera es política. ¿Cómo va a ser un modelo un pueblo que en democracia jamás ha tenido alternancia política? Ese no es un síntoma de desarrollo no evolución.
- La gestión económica de su ayuntamiento ha sido una de las peores de España. Hace algunos años fue la única institución española cuyos presupuestos fueron intervenidos por el Ministerio de Hacienda, por incumplir toda exigencia en materia de endeudamiento. Siendo uno de los ayuntamientos más endeudados de España, sus deudas las hemos tenido que pagar todos lo demás en forma de subvenciones.
- Como todos los pueblos que se han acostumbrado a vivir del presupuesto público, en este caso Renfe, no han aprovechado el tirón económico para prosperar como si hemos hecho los demás. Su falta de cultura emprendedora lo ha impedido. Son pueblos acostumbrados a vivir bien ganando un sueldo y no innovan. Esperan y exigen a los demás que les den cosas. A la larga, los demás te ganan por goleada (caso Tomelloso-Alcázar)
Hay otros casos similares en nuestra provincia como Puertollano con la Minas y la Refinería (Encasur y Enpetrol, ahora Repsol) ó Almadén con el Mercurio (Minas de Almadén y Arrayanes).
En todo esos casos confluyen las mismas circunstancias: incapacidad para desarrollarse al mismo tiempo que los demás, monocolor político sin alternancia en el poder municipal, con el consiguiente riesgo de falta de competitividad y de estancamiento y decadencia en todos los sentidos por pérdida de oportunidades.
Luego estos pueblos, al verse en estas circunstancias suelen ser muy reivindicativos, culpan de su situación al olvido de las instituciones y piden y siguen pidiendo. No aprenden.
A Alcázar no le va a pasar lo mismo que a Almadén ó a Puertollano. Tiene la suerte de encontrarse en una comarca que empuja. Por contagio saldrá adelante, aprovechándose del tirón de nuestros pueblos y evolucionando, aunque más lentamente hasta olvidar su endémica dependencia del presupuesto público. No le vendría mal un cambio político para airearse un poco.
- La primera es política. ¿Cómo va a ser un modelo un pueblo que en democracia jamás ha tenido alternancia política? Ese no es un síntoma de desarrollo no evolución.
- La gestión económica de su ayuntamiento ha sido una de las peores de España. Hace algunos años fue la única institución española cuyos presupuestos fueron intervenidos por el Ministerio de Hacienda, por incumplir toda exigencia en materia de endeudamiento. Siendo uno de los ayuntamientos más endeudados de España, sus deudas las hemos tenido que pagar todos lo demás en forma de subvenciones.
- Como todos los pueblos que se han acostumbrado a vivir del presupuesto público, en este caso Renfe, no han aprovechado el tirón económico para prosperar como si hemos hecho los demás. Su falta de cultura emprendedora lo ha impedido. Son pueblos acostumbrados a vivir bien ganando un sueldo y no innovan. Esperan y exigen a los demás que les den cosas. A la larga, los demás te ganan por goleada (caso Tomelloso-Alcázar)
Hay otros casos similares en nuestra provincia como Puertollano con la Minas y la Refinería (Encasur y Enpetrol, ahora Repsol) ó Almadén con el Mercurio (Minas de Almadén y Arrayanes).
En todo esos casos confluyen las mismas circunstancias: incapacidad para desarrollarse al mismo tiempo que los demás, monocolor político sin alternancia en el poder municipal, con el consiguiente riesgo de falta de competitividad y de estancamiento y decadencia en todos los sentidos por pérdida de oportunidades.
Luego estos pueblos, al verse en estas circunstancias suelen ser muy reivindicativos, culpan de su situación al olvido de las instituciones y piden y siguen pidiendo. No aprenden.
A Alcázar no le va a pasar lo mismo que a Almadén ó a Puertollano. Tiene la suerte de encontrarse en una comarca que empuja. Por contagio saldrá adelante, aprovechándose del tirón de nuestros pueblos y evolucionando, aunque más lentamente hasta olvidar su endémica dependencia del presupuesto público. No le vendría mal un cambio político para airearse un poco.