Es mucho el resentimiento que se aprecia hacia el párroco. Es duro leer que le achacan la falta de fe de algunos feligreses.
Verán: yo no he sido de frecuentar los templos, ni me he codeado con las distintas comunidades cristianas. Un buen día cogí un Nuevo Testamento y me gustó en tanto que relato literario. Luego esas palabras cuya simiente creció en mi alma, me hechizaron por completo. La soledad actuó como un invernadero para la palabra de Dios. Yo soy un sujeto indigno, pero Dios es la luz que alumbra mi alma y que me mantiene aferrado a la vida.
Ciertamente, el párroco ha cometido un grave error de cara a sus feligreses: ver ladrillos en el lugar donde debía haber almas que necesitaban iluminación, hacer acepción de personas y a veces ser brusco, muy brusco, en las formas. Sin embargo, es humano y por su condición sacerdotal sus flaquezas humanas han adquirido mayor relieve que si hubiera tenido otro oficio. En definitiva, no ha predicado con el ejemplo, pero como solía decir un médico: Haz lo que yo te diga y no lo que yo haga.
Sin embargo, no es tiempo de poner todos los rencores sobre el tapete. Es tiempo de reconciliarse y rezar por él mucho, no más que por los numerosos enfermos de Aldea. A mí me duele tanto la enfermedad del más humilde vecino de Aldea como la del cura.
Tenía un verbo magnífico, era un buen predicador y, en el fondo, no era mala persona. Cuando se reía, contagiaba hasta las piedras. Me encantaba verle reír, y creo que es lo que va a permanecer de él en mi recuerdo. Cuando reía era como si el sol se abriera entre nubes de tormenta.
No creo que vuelva a verle, y este pensamiento no me agrada. Me gustaría estrecharle la mano y decirle que en las alturas le esperan como a un hijo que nunca se ha dejado de amar y que sus pecados están perdonados. Dios es amor, él mismo lo cantaba en las novenas.
Quisiera también pedirle perdón por haber invadido su viña. Le pido también que me bendiga para que el Señor me ilumine en esta andadura que he iniciado y que no sé adónde me conducirá. Escrito está: "El que no está contra nosotros, está a nuestro favor." (Mc 9, 40). Sólo pretendo ser honesto conmigo mismo, expresar mis opiniones y dar cuenta de lo que Dios significa en mi vida.
Si le valen, mis rezos están con él.
Aprovecho para expresar mi gratitud a Atenea y a tantos amigos que no dejan de traer magia a mi vida.
El jardinero de las nubes.
[GoogleBarVIP= 2].
... (ver texto completo)