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ALDEA DEL REY: ¿Han visto esa cruz que aparece, en perfecta verticalidad,...

¿Han visto esa cruz que aparece, en perfecta verticalidad, al comienzo de cada procesión? ¿Ven quien la porta, vestido con su inmaculado sobrepelliz? ¿Y ven cómo sonríe? Es un héroe viviente, un santo en toda la extensión de la palabra. ¡Es Paquito, nuestro noble sacristán!
Es todo un altar a la paciencia. Él sabe dónde están guardadas todas las cosas de la parroquia. Cuando hay que poner el Belén por Navidad, ¡aviados irían si Paquito no estuviese allí para indicar dónde está cada pieza! Enciende las velas del altar con mefíticas cerillas, y apaga las llamas poniendo boquita de piñón y soplando como Eolo hacía sobre las velas de las naves mercantes.
¿Y su sonrisa de ángel? Cuando se ríe se parte literalmente; el vientre se le hunde y la quijada se le desencaja. Querido Paquito, ¡qué mal iría el mundo si encontrases motivos para llorar en lugar de tu sonrisa imborrable!
¿Y en misa, durante la consagración? Te pones de hinojos con la campanilla, y en los momentos clave la agitas, sin darte cuenta de que tu cabeza oscila al mismo compás que el badajo de la campanilla.
Luego vales para un roto y para muchos descosidos. Das de comer a los gatitos de la casa parroquial, haces incontables recados, limpias la ermita y también desempeñas tareas de jardinería. En la época de Navidad vas a los campos con la carretilla en busca de tierra fresca para el Belén. ¡Y nadie te habrá visto poner nunca mala cara! Querido y sonriente Paquito.
Y de tus aficiones, ¿qué podemos decir? Maquetas de molinos y castillos, ¡ah!, y esos puzzles de veinte mil piezas, cuando yo me perdería con uno de más de veinte.
Paquito, viéndote a ti, ¿cómo pueden dudar de que Dios existe? Tú y yo lo sabemos, y ríanse de nosotros, que tú me enseñarás a reír para dar la adecuada respuesta en todas las ocasiones.
El jardinero de las nubes.