Recuerdos de mi pueblo.
Cuando yo era pequeño, mi madre me mandaba a comprar el pan y el Chocolate Pérez a casa de Aurelio Barba, que tenía su tienda en la actual cocina de Tasín y en medio Bar del actual.Aurelio era un hombre con un exquisito sentido del humor aunque a los ojos de la gente era un hombre muy serio. Tenía un risa contagiosa y a los jóvenes nos gustaba oirle hablar. De los mayores hemos aprendido mucho.Ojalá y los jóvenes sepáis apreciar este don en ellos.También recuerdo a las Hermanas Chaticas cuando se ponían a vender sus garbanzos, pitos y demás frutos secos en la puerta del Bar en la calle Tardío.Los niños ahorrábamos para comprar el domingo en su puesto. Nos subíamos al palco de la música que había en la plaza, guerreamos entre calles con los limones y naranjas que le sobraban a Cándido (el Zaborro, dicho sea de paso sin insultar, y sí para reconocer las personas). ¡Qué tiempos¡¡ Cómo cambió todo¡Y los serenos:Ismael, Santos, Dionisio, ... Nos perseguian hasta llegar a nuestras casas. Tras esto regañina paterna y vueltas a lo mismo, a luchar contra la calle el Rollo o contra los de la calle del Rabo.Había una sensación de pertenencia a nuestra calle, a nuestra zona. Hasta jugamos al fútbol en la era Bayona, en la del Cuartel o en la de Lesmes. Hoy casi todas desaparecidas.Había que ver los elementos con los que lo hacíamos. Terreno de juego (con piedras para trillar), indumentaria (ropa de lo más vieja, zapatos (los corrientes, en muchos casos, gorilas). Y hoy campo de césped, botas de goma o alumnio, ropa nike, adidas, ...Sin embargo, mis queridos amigos, no cambio mi infancia por ninguna. Pasamos miles de penalidades, tuvimos muchas carencias, pero nos sobraba el compañerismo, la lealtad y la humildad.
Un abrazo a todos.
El amigo conductor.
Cuando yo era pequeño, mi madre me mandaba a comprar el pan y el Chocolate Pérez a casa de Aurelio Barba, que tenía su tienda en la actual cocina de Tasín y en medio Bar del actual.Aurelio era un hombre con un exquisito sentido del humor aunque a los ojos de la gente era un hombre muy serio. Tenía un risa contagiosa y a los jóvenes nos gustaba oirle hablar. De los mayores hemos aprendido mucho.Ojalá y los jóvenes sepáis apreciar este don en ellos.También recuerdo a las Hermanas Chaticas cuando se ponían a vender sus garbanzos, pitos y demás frutos secos en la puerta del Bar en la calle Tardío.Los niños ahorrábamos para comprar el domingo en su puesto. Nos subíamos al palco de la música que había en la plaza, guerreamos entre calles con los limones y naranjas que le sobraban a Cándido (el Zaborro, dicho sea de paso sin insultar, y sí para reconocer las personas). ¡Qué tiempos¡¡ Cómo cambió todo¡Y los serenos:Ismael, Santos, Dionisio, ... Nos perseguian hasta llegar a nuestras casas. Tras esto regañina paterna y vueltas a lo mismo, a luchar contra la calle el Rollo o contra los de la calle del Rabo.Había una sensación de pertenencia a nuestra calle, a nuestra zona. Hasta jugamos al fútbol en la era Bayona, en la del Cuartel o en la de Lesmes. Hoy casi todas desaparecidas.Había que ver los elementos con los que lo hacíamos. Terreno de juego (con piedras para trillar), indumentaria (ropa de lo más vieja, zapatos (los corrientes, en muchos casos, gorilas). Y hoy campo de césped, botas de goma o alumnio, ropa nike, adidas, ...Sin embargo, mis queridos amigos, no cambio mi infancia por ninguna. Pasamos miles de penalidades, tuvimos muchas carencias, pero nos sobraba el compañerismo, la lealtad y la humildad.
Un abrazo a todos.
El amigo conductor.