
Iglesia de la Beata María Ana de Jesús, cerca de Legazpi, ¿por qué me acuerdo de ti en este momento? Porque enfrente tienes un bar, de cuyo nombre no me acuerdo, en el cual gran número de menestrales aldeanos aguardaban con ilusión la hora de tomar los autobuses que, los viernes ya atardecido, los conducirían a esta tierra que tanto amamos.
Primero fue el "Gordo", y luego nuestro amigo "el Moreno" orquestaba todo ese tingladillo. Venga, que nos vamos. Hacinaros con emoción en esos autobuses que huelen a sudor heroico y a tabaco apagado. Págale al Moreno, que es el más noble jardinero aldeano que ha sentado sus reales en la Villa y Corte. ¡Será que le vas a engañar con las cuentas! Luego, cuando ya pasemos Ocaña, sacará de algún sitio recóndito un cubo de hielo con cervezas dentro. ¡Venga, que ya estamos llegando, señores! Oído este anuncio de labios del Moreno, era una auténtica felicidad la inminente llegada a nuestros lugares de destino. ¡Ah, y nos ponían una película de karatecas! Por respeto a las damas que viajaban con nosotros, porque si les poníamos una de esas películas que sabíamos, ¡ni quiero pensar lo que nos dirían! Y también nos halagaban los oídos las canciones del Fari, recientemente fallecido.
Aquellos compañeros de barbas en rastrojo y manos encementadas, cuando no había prohibición de fumar y la malsana niebla azul nos acompañaba todo el viaje.
Había escalas en los pueblos, lo cual nos hacía enojoso el viaje a los aldeanos, que no veíamos la hora de ver la torre de la Iglesia que el platillero remodeló cuando se hizo polvo la original.Luego veíamos en lontananza las luces de nuestro pueblo y todos nos tirábamos para adelante.
¡Ya hemos llegado, vayas reculás que nos hacen dar los adoquines! El hielo del Moreno ya se había vuelto a su estado líquido. Al final bajábamos todos: los menestrales, los militronchos y los estudiantes. Se acabó la semana, el domingo de madrugada volvemos al tajo.
Plaza de la Beata María Ana de Jesús: no sabes la nostalgia que has alentado a tantos corazones aldeanos.
El jardinero de las nubes.
[GoogleBarVIP= 3].
Primero fue el "Gordo", y luego nuestro amigo "el Moreno" orquestaba todo ese tingladillo. Venga, que nos vamos. Hacinaros con emoción en esos autobuses que huelen a sudor heroico y a tabaco apagado. Págale al Moreno, que es el más noble jardinero aldeano que ha sentado sus reales en la Villa y Corte. ¡Será que le vas a engañar con las cuentas! Luego, cuando ya pasemos Ocaña, sacará de algún sitio recóndito un cubo de hielo con cervezas dentro. ¡Venga, que ya estamos llegando, señores! Oído este anuncio de labios del Moreno, era una auténtica felicidad la inminente llegada a nuestros lugares de destino. ¡Ah, y nos ponían una película de karatecas! Por respeto a las damas que viajaban con nosotros, porque si les poníamos una de esas películas que sabíamos, ¡ni quiero pensar lo que nos dirían! Y también nos halagaban los oídos las canciones del Fari, recientemente fallecido.
Aquellos compañeros de barbas en rastrojo y manos encementadas, cuando no había prohibición de fumar y la malsana niebla azul nos acompañaba todo el viaje.
Había escalas en los pueblos, lo cual nos hacía enojoso el viaje a los aldeanos, que no veíamos la hora de ver la torre de la Iglesia que el platillero remodeló cuando se hizo polvo la original.Luego veíamos en lontananza las luces de nuestro pueblo y todos nos tirábamos para adelante.
¡Ya hemos llegado, vayas reculás que nos hacen dar los adoquines! El hielo del Moreno ya se había vuelto a su estado líquido. Al final bajábamos todos: los menestrales, los militronchos y los estudiantes. Se acabó la semana, el domingo de madrugada volvemos al tajo.
Plaza de la Beata María Ana de Jesús: no sabes la nostalgia que has alentado a tantos corazones aldeanos.
El jardinero de las nubes.
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