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ALDEA DEL REY: Indudablemente, les trato con todo mi mayor respeto....

Indudablemente, les trato con todo mi mayor respeto. A lo mejor a veces me comporto como un adolescente emocionado por lecturas juveniles. Simplemente, he conjurado el fantasma del amigo de otro tiempo, respondiéndole como merece; a él exclusivamente.
No deseo brillar a costa de ustedes con el poder de mi intelecto; eso es humo de pajas. Le aseguro que mi situación no es envidiable. El ser igual a mí implica aceptar una tremenda soledad, y cuando se está solo sobra el tiempo para aprender multitud de cosas inútiles y demás soplagaiteces.
Sólo soy fiel a una directriz: desahogar con la escritura mi corazón, tanto para lo bueno como para lo malo. No busco notoriedad; sólo alivio para mi alma. Hay gente muy amada que se me ha muerto y de su recuerdo sólo me queda una estampa muy pequeñita; en cambio, el tirón de la tierra de Aldea es tremendo, y cada día adquiere mayores dimensiones en mi corazón.
Veánme sólo como una persona con algunas virtudes e infinidad de fallos. Yo, a mi edad, soy todavía aprendiz de la vida.
Lo repito: no he querido burlarme de ustedes. Es más, ustedes hacen que esta piedra que tengo por corazón se esté reblandeciendo de día en día. Los que me conocen saben que soy persona de gustos humildes y apacible trato, pese a la cultura que haya podido atesorar. Antes bien, siempre me he considerado inferior a mis semejantes.
Un abrazo de quien tanto les quiere (incluso a mi viejo amigo, que a ver si da alguna seña de vida).
El jardinero de las nubes.