Nadie había sido tan feliz como las ranitas de Ranilandia:
se les antojó pedir a Júpiter les enviase un rey.
Sonrió benévolamente el padre de los dioses al oír
tal pretensión, y les lanzó una viga para satisfacer
su petición. Oyendo las ranas el estruendo del madero
al caer sobre las aguas, huyeron asustadas.
Pero una de ellas, curiosa por conocer al gran rey,
sacó la cabeza poco a poco y al ver la viga llamó
a los demás, que se acercaron de inmediato.
Subieron todas al madero, lo ensuciaron y gritando
a voz en cuello pidieron otro rey, por qué aquél
resultaba inútil.
Quejándose amargamente a Júpiter las angustiadas
ranas supervivientes, suplicándole las librase
de aquel tirano.
-Sufrid las consecuencias de vuestra inoportuna súplica-
-les contestó Júpiter-, y ya que con tanto afán
pedisteis rey, el recién enviado reinará entre vosotras.
DIOS A CADA PUEBLO OFRECE
EL GOBIERNO QUE MERECE.
se les antojó pedir a Júpiter les enviase un rey.
Sonrió benévolamente el padre de los dioses al oír
tal pretensión, y les lanzó una viga para satisfacer
su petición. Oyendo las ranas el estruendo del madero
al caer sobre las aguas, huyeron asustadas.
Pero una de ellas, curiosa por conocer al gran rey,
sacó la cabeza poco a poco y al ver la viga llamó
a los demás, que se acercaron de inmediato.
Subieron todas al madero, lo ensuciaron y gritando
a voz en cuello pidieron otro rey, por qué aquél
resultaba inútil.
Quejándose amargamente a Júpiter las angustiadas
ranas supervivientes, suplicándole las librase
de aquel tirano.
-Sufrid las consecuencias de vuestra inoportuna súplica-
-les contestó Júpiter-, y ya que con tanto afán
pedisteis rey, el recién enviado reinará entre vosotras.
DIOS A CADA PUEBLO OFRECE
EL GOBIERNO QUE MERECE.