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ALDEA DEL REY: Respetado LogoterapiaXXI, aun cuando concuerde con...

Respetado LogoterapiaXXI, aun cuando concuerde con usted en líneas generales, no estoy de acuerdo en la afirmación de que el hombre esté formado de cuerpo y alma. Además a San Juan de la Cruz no le compete la preeminencia a la hora de añadir el espíritu a dicha composición.

Para sostener mi argumento, voy a copiar un viejo escrito mío, donde demuestro que en la Biblia el alma está integrada por la unión de cuerpo y espíritu. He aquí mi viejo texto:

"A modo de introducción, definamos dos conceptos:

Eterno: algo que tuvo principio pero no tendrá fin.

Inmortal: algo que no tuvo principio ni tendrá fin.

Aplicar el concepto de inmortalidad al hombre, una vez resucitado, es erróneo. Sólo Dios es inmortal (1 Tim 6, 16). Por eso Jesús habla de "vida eterna" en numerosas ocasiones. La doctrina de la inmortalidad del alma tiene origen pagano; y aparece en la obra de Platón intitulada "Fedón, o de la inmortalidad del alma". Pedro advirtió sobre el peligro de que el cristianismo se contaminara con doctrinas paganas (2 Pe 2, 1).

En el caso de la especie humana, cabe hacer distinción entre el cuerpo, el alma y el espíritu (1 Ts 5, 23). Aunque guardan relación, son cosas distintas.

El cuerpo es de la misma materia que la tierra (Gn 3, 19).

Dios infunde a lo que es semejante a la tierra el espíritu (Gn 2, 7), el soplo de vida que ha creado para cada persona (Zac 12, 1). El espíritu es lo que mantiene la vida de la persona (Jn 6, 63; Lc 8, 52-55). Cuando el espíritu abandona la persona, se produce la muerte (Sant 2, 26) y dicho espíritu regresa a Dios (Ecl 12, 7; Lc 23, 46; Hch 7, 59).

En consecuencia, la reunión del cuerpo y el espíritu constituye lo que se denomina alma. El espíritu por sí solo es inconsciente (Sal 146,4). Esta es la razón por la cual Jesús no recordaba haber estado con su Padre entre su muerte y su resurrección (Jn 20, 17), porque sólo el alma es consciente.

Dios define la muerte como un estado de sueño (Sal 13, 3; Jn 11, 11-14). Los difuntos se hallan en un estado de inconsciencia total (Ecl 9, 5-6) y no pueden tener relación con sus familiares vivos (Job 14, 21). Por eso los fantasmas y espiritus de los muertos se deben a los demonios, que se hacen pasar por aquéllos para sembrar la confusión (Hch 19, 13-17; 1 Pe 5, 8). El espiritismo, aparte de ser una práctica peligrosa, es un negocio fraudulento en el que se pretende mezclar a Dios (Hch 16, 16-19).

Según la promesa de Jesús, no se ha de perder la esperanza aunque muramos. Algún día volveremos a la vida (Jn 11, 25), y entonces ya no moriremos jamás (Ap 21, 4). Habremos alcanzado la eternidad.

Espero no haber ofendido ninguna sensibilidad. He tratado de hacer distinción entre cuerpo, espíritu y alma, intentando además explicar el destino de los difuntos y la esperanza en la resurrección".

Aprovecho para felicitar al foro las navidades.

El jardinero de las nubes.
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