Todos estamos llamados a trabajar en la viña del Señor (4ªp).
Veo estimado amigo Jardinero, que te ves implicado en este asunto que traemos entre manos; aunque has manifestado no encontrarte en disposición anímica idónea. Dios siempre está del lado del débil. Jesús en su quehacer en este mundo lo corroboró en numerosas ocasiones.
Lo que sí quiero manifestarte, y con total sinceridad te lo digo, es que la adulación y todo lo que se le parezca me produce repelús, la repelo, me incomoda. No me encuentro bien ante personas que me valoran más de lo que verdaderamente soy. Me han adulado, o algo así, a nivel provincial, regional y nacional, con premios y distinciones, que tal vez eran merecedores de ellos, aceptándolos modestamente más por otros que por mí mismo.
Me invitaron ya hace tiempo ha participar en determinados foros nacionales e internacionales; ignoro cómo accedieron a mí. Ante la insistencia de unos y de otros, me vi en la necesidad moral de tener que intervenir, modestamente con mis aportaciones. Así lo vengo haciendo con cierta periodicidad; eso sí, un tanto distanciada en el tiempo debido a mis ocupaciones.
Pero bueno, volvamos poco más o menos donde nos habíamos quedado.
Ya sé que para ti Dios es lo primero. No podría ser de otro modo. Que te riges única y exclusivamente por los dictados de tu conciencia, y que lo que digan filósofos y teólogos te trae al pairo. Amigo Jardinero, aquí discrepamos. No me digas que no te hubiera placido, intelectual y espiritualmente, haber podido disfrutar de las enseñanzas en directo, v. gr., del doctor Angélico y del doctor Místico. Ambos, y ahí están sus obras y las críticas de expertos, estuvieron y tuvieron una vivencia de Dios casi en directo. Acuérdate de aquella frase de San Juan de la Cruz, “de correr el velo de la fe para visualizar directamente a Dios”. Acuérdate de Moisés ante la zarza ardiente e inextinguible, Dios, que no podía resistir el mirarlo, descalzo ante el suelo sagrado que estaba pisando. Tal vez de ese nivel intelectual y espiritual hoy se den pocos casos de ésos; pero existen verdaderas eminencias en el mundo de la espiritualidad, la filosofía y la teología, que a Dios gracias he tenido y tengo la posibilidad de poder disfrutar, y que te permiten vivir los textos bíblicos con esa fe, fe razona y que el entendimiento humano, limitado, te permite vivir la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia desde posiciones incluso de más altura que la tuya, las nubes: más allá de las nubes. Es mi opinión. Indagar la Escritura uno solo nos puede llevar a senderos equivocados, enfoques no adecuados e incluso a un egotismo que qué duda cabe no sería aconsejable.
A propósito, por supuesto que San Juan de la Cruz no posee la preeminencia sobre la idea o concepto de <espíritu>; aunque si lo puse como ejemplo, fue debido a la experiencia tan directa e íntima, así como profunda, que el santo de Fontiveros tuvo de Él. Indudablemente que sobre el asunto del <espíritu>, mucho antes que San Juan de la Cruz, están los presocráticos e incluso otros. Acordémonos del <nous>, del <pneuma> y del <ánima>.
No quería extenderme tanto en esta entrega, pero el asunto me obliga.
He podido comprobar tu afición por el libro de los libros, la Biblia, que dominas desde una perspectiva global, y por la cual sientes un apasionamiento que desborda. Tu debilidad por este texto me lleva a pensar en aquel médico francés del s. XVIII, Jean Astruc, lector apasionado también de la Biblia durante muchos años, y que después de haber realizado una “excavación “ literaria de la misma, encontró que además del nombre dado a Dios, YHWH, había otros nombres orientales como, por ejemplo, Elohim; surgiendo así la Tª Documentaria (J. Welhausem) sobre las tradiciones redaccionales de la Biblia, que, como sabemos son la Yahvista, Elohísta, Deuteronomista y Sacerdotal. Es decir, J, E, D y P; siendo su cronología la siguiente: J>E>D>P, o, lo que es lo mismo: s. X, IX-VIII, VII y VI-V a. C., todas ellas.
Es decir, Jean Astruc proporcionó la pista, pero hubieron de ser expertos exegetas y teólogos quienes concretaron su temporalidad y contenidos.
Otro tanto ocurrió respecto a la temporalidad y contenidos de los textos neotestamentarios, y más concretamente sobre los sinópticos, Juan y las cartas o epístolas apostólicas. Aquí me había quedado en el final de la segunda entrega. ¿Qué perspectivas siguieron unos y otros, sinópticos y Juan, para acceder a la divinidad de Jesús de Nazaret?.
Ahora sí, ahora ya termino por ahora y seguiremos en la próxima entrega con este impresionante asunto. Impresionante porque, si Jesús de Nazaret no fue el Cristo, Jesucristo, ya hace tiempo que toda la Biblia hubiera pasado a ser un texto sólo extraordinario, pero nunca divino.
Saludos y feliz Navidad; y, no te incomodes, yo sólo pretendo trabajar como uno más en la “Viña del Señor”.
Veo estimado amigo Jardinero, que te ves implicado en este asunto que traemos entre manos; aunque has manifestado no encontrarte en disposición anímica idónea. Dios siempre está del lado del débil. Jesús en su quehacer en este mundo lo corroboró en numerosas ocasiones.
Lo que sí quiero manifestarte, y con total sinceridad te lo digo, es que la adulación y todo lo que se le parezca me produce repelús, la repelo, me incomoda. No me encuentro bien ante personas que me valoran más de lo que verdaderamente soy. Me han adulado, o algo así, a nivel provincial, regional y nacional, con premios y distinciones, que tal vez eran merecedores de ellos, aceptándolos modestamente más por otros que por mí mismo.
Me invitaron ya hace tiempo ha participar en determinados foros nacionales e internacionales; ignoro cómo accedieron a mí. Ante la insistencia de unos y de otros, me vi en la necesidad moral de tener que intervenir, modestamente con mis aportaciones. Así lo vengo haciendo con cierta periodicidad; eso sí, un tanto distanciada en el tiempo debido a mis ocupaciones.
Pero bueno, volvamos poco más o menos donde nos habíamos quedado.
Ya sé que para ti Dios es lo primero. No podría ser de otro modo. Que te riges única y exclusivamente por los dictados de tu conciencia, y que lo que digan filósofos y teólogos te trae al pairo. Amigo Jardinero, aquí discrepamos. No me digas que no te hubiera placido, intelectual y espiritualmente, haber podido disfrutar de las enseñanzas en directo, v. gr., del doctor Angélico y del doctor Místico. Ambos, y ahí están sus obras y las críticas de expertos, estuvieron y tuvieron una vivencia de Dios casi en directo. Acuérdate de aquella frase de San Juan de la Cruz, “de correr el velo de la fe para visualizar directamente a Dios”. Acuérdate de Moisés ante la zarza ardiente e inextinguible, Dios, que no podía resistir el mirarlo, descalzo ante el suelo sagrado que estaba pisando. Tal vez de ese nivel intelectual y espiritual hoy se den pocos casos de ésos; pero existen verdaderas eminencias en el mundo de la espiritualidad, la filosofía y la teología, que a Dios gracias he tenido y tengo la posibilidad de poder disfrutar, y que te permiten vivir los textos bíblicos con esa fe, fe razona y que el entendimiento humano, limitado, te permite vivir la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia desde posiciones incluso de más altura que la tuya, las nubes: más allá de las nubes. Es mi opinión. Indagar la Escritura uno solo nos puede llevar a senderos equivocados, enfoques no adecuados e incluso a un egotismo que qué duda cabe no sería aconsejable.
A propósito, por supuesto que San Juan de la Cruz no posee la preeminencia sobre la idea o concepto de <espíritu>; aunque si lo puse como ejemplo, fue debido a la experiencia tan directa e íntima, así como profunda, que el santo de Fontiveros tuvo de Él. Indudablemente que sobre el asunto del <espíritu>, mucho antes que San Juan de la Cruz, están los presocráticos e incluso otros. Acordémonos del <nous>, del <pneuma> y del <ánima>.
No quería extenderme tanto en esta entrega, pero el asunto me obliga.
He podido comprobar tu afición por el libro de los libros, la Biblia, que dominas desde una perspectiva global, y por la cual sientes un apasionamiento que desborda. Tu debilidad por este texto me lleva a pensar en aquel médico francés del s. XVIII, Jean Astruc, lector apasionado también de la Biblia durante muchos años, y que después de haber realizado una “excavación “ literaria de la misma, encontró que además del nombre dado a Dios, YHWH, había otros nombres orientales como, por ejemplo, Elohim; surgiendo así la Tª Documentaria (J. Welhausem) sobre las tradiciones redaccionales de la Biblia, que, como sabemos son la Yahvista, Elohísta, Deuteronomista y Sacerdotal. Es decir, J, E, D y P; siendo su cronología la siguiente: J>E>D>P, o, lo que es lo mismo: s. X, IX-VIII, VII y VI-V a. C., todas ellas.
Es decir, Jean Astruc proporcionó la pista, pero hubieron de ser expertos exegetas y teólogos quienes concretaron su temporalidad y contenidos.
Otro tanto ocurrió respecto a la temporalidad y contenidos de los textos neotestamentarios, y más concretamente sobre los sinópticos, Juan y las cartas o epístolas apostólicas. Aquí me había quedado en el final de la segunda entrega. ¿Qué perspectivas siguieron unos y otros, sinópticos y Juan, para acceder a la divinidad de Jesús de Nazaret?.
Ahora sí, ahora ya termino por ahora y seguiremos en la próxima entrega con este impresionante asunto. Impresionante porque, si Jesús de Nazaret no fue el Cristo, Jesucristo, ya hace tiempo que toda la Biblia hubiera pasado a ser un texto sólo extraordinario, pero nunca divino.
Saludos y feliz Navidad; y, no te incomodes, yo sólo pretendo trabajar como uno más en la “Viña del Señor”.