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ALDEA DEL REY: Sigue lloviendo Dios y la espesura en el soto, el alcor...

Sigue lloviendo Dios y la espesura en el soto, el alcor o la loma reflejan su rostro en el verdor que estos días se hace lujurioso. La cebada está amacollada y, a poco que crezca un poco más, si el viento permanece habrá balago. En esa espesura de cereales, entre la marea verde, hacia el sur de la aldea cada vez mas pequeña, siguiendo el carreterín el Cortijillo, pasados unos tres kilómetros, uno de esos milagros de la Mancha espera al viajero. Si viramos a la derecha, pasado el arroyo del Zurrero, enfilando en paerón que conecta con el camino de Valsordo, la esplendente naturaleza muerta manchega alza el grito de la presencia del agua permanente: estamos en La fuente del Judío. Lo que otrora fuera una fontecica, pasado el tiempo se convirtió en una alberca baja en la que fluye el agua, donde se remansa el cielo y crecen ovas en armonía geológica con juncos, mastranzos y yerbabuena. Humilde y solitaria, como la peonía; atrapada en el juncal y oculta por un arroyuelo menor se encuentra una lágrima de lo que la naturaleza siempre fue y que, pese a los ataques del homo destructor, sobrevive. La paz se respira allí y el alejamiento del ruido, en soledad amena, invita a mirar al sur, a las esribaciones de la Sierra de Calatrava que enraíza justo por esos pagos. Es la del Judío, una fuente desconocida para los aldeanos, pero no menos hermosa que otras. El paseante encontrará allí expansión a sus anhelos y belleza incontaminada, todavía.