ALDEA DEL REY: Un día un sabio estaba atravesando un bosque, era un...

Un día un sabio estaba atravesando un bosque, era un caluroso día de verano. Sediento le dijo a su discípulo:
-Hace algo mas de una hora de camino que cruzamos el arroyo. Por favor toma mi cuenco y traeme un poco de agua. Me siento muy cansado.
Así lo hizo el discípulo, pero cuando llegó al arroyo lo acababan de atravesar varios carros de bueyes, que habían removido las hojas muertas y el cieno y lo habían convertido en un lodazal.
El agua estaba tan sucia que el discípulo tuvo que volver con el cuenco vacío. Entonces le dijo al sabio:
-Mas adelante hay un gran río, te traeré agua de allí...
Pero el sabio insistió:
-Vuelve atrás y traeme el agua de aquel arroyo.
Cuando el discípulo perplejo pero obediente se puso en marcha, el sabio le dijo:
-Si el agua está muy sucia no vuelvas inmediatamente, no hagas nada solo sientate en el silencio de la orilla y observa. Antes o después, el agua volverá a bajar clara.
El discípulo molesto vuelve de nuevo al río.
El sabio tenía razón el agua está mas limpia pero todavía algo turbia, así que se sienta comtemplando el flujo, poco a poco el agua se vuelve clara como el cristal. Entonces llena el cuenco y regresa bailando de alegría. Entrega el agua al sabio y le da las gracias. Pero el sabio le dice:
-Soy yo quien debe dartelas.
El discípulo responde:
Te equivocas y ahora mismo te explicaré porqué: volví enojado al río, pero sentado en la orilla me he dado cuenta que en mi mente ocurre lo mismo que con el agua. Si entro en la corriente volveré a enturbiarla, si salto dentro de la mente genero confusión, empiezan a surgir problemas. He comprendido la técnica sentado a la orilla del arroyo, ahora me sentaré a la orilla de mi mente, observando lo que arrastra, sus viejas hojas, sus dolores, heridas, recuerdos, deseos... Despreocupado y atento, me sentaré en la orilla y esperaré el momento en que todo se aclare. FLOR.