Estimado Saturnino Sarmiento de la Parra:
Me uno en lo público (pues ya lo hice en lo privado) en tus elogios a nuestro querido pintor y paisano don Feliciano Moya. Un pintor que está siendo apreciado y celebrado en lueñes rincones del globo terráqueo, doy fe de ello.
Ya hace algún tiempo que mantenemos una agradable relación epistolar, y, al margen de su gran calidad humana, me encanta y comparto su amor por los paisajes y la climatología local. Para él, Aldea en ninguna estación del año es fea: ve belleza donde otros verían hastío y monotonía, y este sentimiento lo refleja en sus colores y en sus composiciones pictóricas. Siempre que me manda un mail, me informa puntualmente del estado de los campos, cosa que sabe que me es muy grata. El campo es un teatro inmenso, en el cual no se cobra entrada, y Feliciano y el que suscribe sabemos aprovecharnos de ese espectáculo. Ahora las mieses ya están granadas, el verde se esconde tras el amarillo y encima por el cielo bogan nubes como montañas, que forman con el tapiz azul el efecto de lagos fantásticos. Hay vientos susurrantes, mariposas y golondrinas deslizándose entre las espigas... y sonidos de perdices y alondras. ¡Cuánto se explayan, en semejante escenario, mis sentimientos religiosos, más que en ningún templo edificado por la mano del hombre!... Pero no, a lo mejor las altas instancias de nuestro pueblo nos considerarían más normales si ejerciéramos de meapilas, si lamiéramos algún que otro trasero y cambiásemos la vista de los campos por el espectáculo del Chiki-Chiki visualizado desde la barra de algunos de nuestros añejos y entrañables figones.
En fin, sigamos presumiendo de berenjenas con denominación de origen, de Ventas de Judas (en mi vida había oído mentar así al "Prendimiento") y demás festividades, y no hagamos caso del aserto que sostiene que la historia la escriben los hechos y obras de las gentes.
Asimismo, estimado amigo, te agradezco todas tus menciones
en lo que a mí concierne, y te animo a que prosigas con tu oficio de sapiencia y libertad. Lo creas o no, son como latidos que demuestran que Aldea aún lucha por permanecer viva y sacudirse la modorra cultural que mencionas en tu escrito.
Y ríanse de nosotros las altas instancias... Desde tales alturas resulta difícil percibir sus risas. Como decía Tagore: " ¡Qué humilde eres, pequeña brizna de hierba, pero aun así tienes el suelo a tus pies!".
El jardinero de las nubes.
Me uno en lo público (pues ya lo hice en lo privado) en tus elogios a nuestro querido pintor y paisano don Feliciano Moya. Un pintor que está siendo apreciado y celebrado en lueñes rincones del globo terráqueo, doy fe de ello.
Ya hace algún tiempo que mantenemos una agradable relación epistolar, y, al margen de su gran calidad humana, me encanta y comparto su amor por los paisajes y la climatología local. Para él, Aldea en ninguna estación del año es fea: ve belleza donde otros verían hastío y monotonía, y este sentimiento lo refleja en sus colores y en sus composiciones pictóricas. Siempre que me manda un mail, me informa puntualmente del estado de los campos, cosa que sabe que me es muy grata. El campo es un teatro inmenso, en el cual no se cobra entrada, y Feliciano y el que suscribe sabemos aprovecharnos de ese espectáculo. Ahora las mieses ya están granadas, el verde se esconde tras el amarillo y encima por el cielo bogan nubes como montañas, que forman con el tapiz azul el efecto de lagos fantásticos. Hay vientos susurrantes, mariposas y golondrinas deslizándose entre las espigas... y sonidos de perdices y alondras. ¡Cuánto se explayan, en semejante escenario, mis sentimientos religiosos, más que en ningún templo edificado por la mano del hombre!... Pero no, a lo mejor las altas instancias de nuestro pueblo nos considerarían más normales si ejerciéramos de meapilas, si lamiéramos algún que otro trasero y cambiásemos la vista de los campos por el espectáculo del Chiki-Chiki visualizado desde la barra de algunos de nuestros añejos y entrañables figones.
En fin, sigamos presumiendo de berenjenas con denominación de origen, de Ventas de Judas (en mi vida había oído mentar así al "Prendimiento") y demás festividades, y no hagamos caso del aserto que sostiene que la historia la escriben los hechos y obras de las gentes.
Asimismo, estimado amigo, te agradezco todas tus menciones
en lo que a mí concierne, y te animo a que prosigas con tu oficio de sapiencia y libertad. Lo creas o no, son como latidos que demuestran que Aldea aún lucha por permanecer viva y sacudirse la modorra cultural que mencionas en tu escrito.
Y ríanse de nosotros las altas instancias... Desde tales alturas resulta difícil percibir sus risas. Como decía Tagore: " ¡Qué humilde eres, pequeña brizna de hierba, pero aun así tienes el suelo a tus pies!".
El jardinero de las nubes.