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ALDEA DEL REY: Se apoyaba en una muleta y arrastraba la pierna derecha...

Se apoyaba en una muleta y arrastraba la pierna derecha al caminar. Pobre ancianita octogenaria, vestida de luto de los pies a la cabeza. Lloraba porque en la estantería de lácteos del supermercado no ha encontrado sus humildes yogures naturales, tan imprescindibles para la salud de su delicado estómago. Y yo la he visto, y mi maldita timidez me ha impedido brindarle el adecuado consuelo.

Ya en casa he encendido el aparato de televisión. He visto que un camionero ha sido arrollado en un piquete. Ha salido otro camionero llorando a lágrima viva, lamentando haber arruinado a su familia por no poder afrontar los pagos de las letras del camión y la hipoteca de su casa. Me he sentido conmovido al ver un rosario enrollado en el volante de su vehículo. Y esas lágrimas de hombre desesperado eran como un ácido que traspasaba todo corazón que fuera de carne y no de diamante.

En la otra cara de la moneda, he visto la alegría desbordante por el triunfo de la selección española del heredero de la Corona, muy lejos en sus majestuosas alturas de los sufrimientos de un país azotado por una cruenta huelga. Incluso los congresistas se han permitido frivolizar con el partido de fútbol de todos los demonios, exhibiendo sonrisas de conejo totalmente inapropiadas a la situación en que se halla el país.

Como se ve, todos somos iguales... pero hay algunos más iguales que otros. El sufrimiento queda para los que verdaderamente, con su esfuerzo callado, levantan el país. Con razón San Pablo dice: "los miembros del cuerpo que consideramos más débiles son los más necesarios" (1 Cor 12, 22). Y añade además una mentira, al menos en lo que concierne a la nación española: "Dios mismo distribuyó el cuerpo dando mayor honor a lo que era menos noble, para que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocupen los unos de los otros. ¿Que un miembro sufre? Todos los miembros sufren con él. ¿Que un miembro es agasajado? Todos los miembros comparten su alegría" (1 Cor 12, 24-26).

¿Éste es mi país: unos ríen y frivolizan mientras la gran mayoría está triste y atribulada? Pues semejante ciudadanía no se amolda a mi espíritu. ¿Ésta es la vida: aplastar al contrario para darle la razón a Charles Darwin en lo que a la especie humana se refiere? Pues a mí esta vida me está de más. Como quiera que yo no fui preguntado para venir al mundo, tampoco me he de plegar a unos usos sociales tan alejados de la doctrina del ser que más amo en este mundo: Jesucristo.

Hoy es un día de luto para mí. No porque haya llovido en el estadio donde ha jugado la selección española, sino porque la ancianita se ha tenido que ir a su casa sin sus yogures... Pobre ancianita enlutada.

El jardinero de las nubes.