Estimado amigo Libertad:
"Hombre de paz en Reinosa" es mi modo de denunciar el darwinismo imperante en la sociedad mundial, y lo he colgado en el foro de mi pueblo porque sé que allí se practica a ultranza. Como cristiano convencido, me avergüenza comprobar que este darwinismo social se ha asentado incluso en el tejido de la Iglesia Católica. Es paradójico que Jesús de Nazareth anunciara a "todos" su Evangelio, sin hacer acepción de personas, y que hoy haya facciones del catolicismo que buscan a los más válidos para engrosar sus filas, invalidando la bienaventuranza de Cristo que así reza: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque suyo es el reino de los cielos" (Mt 5, 1). ¿Es qué acaso los no válidos son menos a los ojos de Dios para que la Iglesia Católica no quiera incluirlos entre sus jerarquías? Nunca nombrarán Papa a nadie que no sea cardenal; hoy en día Pedro, con su oficio de pescador a cuestas, lo hubiera tenido extremadamente difícil para alzarse con el pontificado.
Y esto se puede ampliar a los demás estratos sociales, y de ahí mi desencanto con el atávico funcionamiento de la sociedad. "Lupus est homo homini": el hombre es un lobo para el hombre. Esta sentencia se le atribuye a Thomas Hobbes (1588-1679), filósofo inglés, puesto que aparece en su obra "Leviatán". En realidad, y esto lo saben muy pocos, la autoría de dicha sentencia le corresponde al comediógrafo romano Tito Maccio Plauto (254-184 a. C.), ya que aparece en el verso 495 de su obra "Asinaria". En definitiva, se puede corroborar que la falta de solidaridad y concordia pesa como losa de plomo sobre la sociedad humana, y ni Cristo ha podido cambiarlo.
Éste no es mi mundo. O reúnes los requisitos del darwinismo social, o acabas cayendo al insondable abismo de la segregación. ¿Cuántas inclinaciones altruistas se han visto abortadas por semejantes atavismos? O perteneces al bando de los campeones o los buitres se cebarán en tu persona. Pío Baroja en su novela "El árbol de la ciencia" expresa muy bien estos asertos: "Andrés había podido comprobar en Alcolea como en Madrid que, a medida que el individuo sube, los medios que tiene de burlar las leyes comunes se hacen mayores. Andrés pudo evidenciar que la fuerza de la ley disminuye proporcionalmente al aumento de medios del triunfador. La ley es
siempre más dura con el débil. Automáticamente pesa sobre el miserable. Es lógico que el miserable odie por instinto la ley" (Sexta parte, capítulo VIII). Y sí: el Estado, los gobiernos autonómicos y municipales van a por el débil y el desamparado. Los peces gordos son potencialmente intocables y no son castigados en proporción a sus desfalcos, digan lo que digan y se declare lo que se declare. Y no tenemos que irnos muy lejos para comprobar la veracidad de estas afirmaciones.
Éste no es mi esquema de sociedad, y no peco de vanidoso al sostener que tampoco Cristo lo apoya. En la sociedad hay individuos que brillan e individuos que estorban; hay personas que están saciadas y otras que pasan hambre; hay delincuentes que cumplen sus condenas y otros que se pasean impunemente entre sus víctimas...
Mi maestro, Anthony de Mello, ilustró perfectamente cómo habría de ser una sociedad donde brillaran los valores cristianos con el siguiente relato:
"Los problemas humanos se resisten tenazmente a las soluciones ideológicas, como tuvo ocasión de comprobar el "reformista laboral" cuando llevó al Maestro a ver cómo se abría una zanja con métodos modernos.
"Esta máquina", le dijo,"ha dejado sin trabajo a decenas de hombres. Habría que destruirla y poner en su lugar a cien hombres trabajando con palas".
" ¿Y por qué no", dijo el Maestro, "a mil hombres trabajando con cucharillas?".
Como siempre, un placer saludarte, amigo libertad. Ah, y piensa que olvido no es lo mismo que omisión.
El jardinero de las nubes.
"Hombre de paz en Reinosa" es mi modo de denunciar el darwinismo imperante en la sociedad mundial, y lo he colgado en el foro de mi pueblo porque sé que allí se practica a ultranza. Como cristiano convencido, me avergüenza comprobar que este darwinismo social se ha asentado incluso en el tejido de la Iglesia Católica. Es paradójico que Jesús de Nazareth anunciara a "todos" su Evangelio, sin hacer acepción de personas, y que hoy haya facciones del catolicismo que buscan a los más válidos para engrosar sus filas, invalidando la bienaventuranza de Cristo que así reza: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque suyo es el reino de los cielos" (Mt 5, 1). ¿Es qué acaso los no válidos son menos a los ojos de Dios para que la Iglesia Católica no quiera incluirlos entre sus jerarquías? Nunca nombrarán Papa a nadie que no sea cardenal; hoy en día Pedro, con su oficio de pescador a cuestas, lo hubiera tenido extremadamente difícil para alzarse con el pontificado.
Y esto se puede ampliar a los demás estratos sociales, y de ahí mi desencanto con el atávico funcionamiento de la sociedad. "Lupus est homo homini": el hombre es un lobo para el hombre. Esta sentencia se le atribuye a Thomas Hobbes (1588-1679), filósofo inglés, puesto que aparece en su obra "Leviatán". En realidad, y esto lo saben muy pocos, la autoría de dicha sentencia le corresponde al comediógrafo romano Tito Maccio Plauto (254-184 a. C.), ya que aparece en el verso 495 de su obra "Asinaria". En definitiva, se puede corroborar que la falta de solidaridad y concordia pesa como losa de plomo sobre la sociedad humana, y ni Cristo ha podido cambiarlo.
Éste no es mi mundo. O reúnes los requisitos del darwinismo social, o acabas cayendo al insondable abismo de la segregación. ¿Cuántas inclinaciones altruistas se han visto abortadas por semejantes atavismos? O perteneces al bando de los campeones o los buitres se cebarán en tu persona. Pío Baroja en su novela "El árbol de la ciencia" expresa muy bien estos asertos: "Andrés había podido comprobar en Alcolea como en Madrid que, a medida que el individuo sube, los medios que tiene de burlar las leyes comunes se hacen mayores. Andrés pudo evidenciar que la fuerza de la ley disminuye proporcionalmente al aumento de medios del triunfador. La ley es
siempre más dura con el débil. Automáticamente pesa sobre el miserable. Es lógico que el miserable odie por instinto la ley" (Sexta parte, capítulo VIII). Y sí: el Estado, los gobiernos autonómicos y municipales van a por el débil y el desamparado. Los peces gordos son potencialmente intocables y no son castigados en proporción a sus desfalcos, digan lo que digan y se declare lo que se declare. Y no tenemos que irnos muy lejos para comprobar la veracidad de estas afirmaciones.
Éste no es mi esquema de sociedad, y no peco de vanidoso al sostener que tampoco Cristo lo apoya. En la sociedad hay individuos que brillan e individuos que estorban; hay personas que están saciadas y otras que pasan hambre; hay delincuentes que cumplen sus condenas y otros que se pasean impunemente entre sus víctimas...
Mi maestro, Anthony de Mello, ilustró perfectamente cómo habría de ser una sociedad donde brillaran los valores cristianos con el siguiente relato:
"Los problemas humanos se resisten tenazmente a las soluciones ideológicas, como tuvo ocasión de comprobar el "reformista laboral" cuando llevó al Maestro a ver cómo se abría una zanja con métodos modernos.
"Esta máquina", le dijo,"ha dejado sin trabajo a decenas de hombres. Habría que destruirla y poner en su lugar a cien hombres trabajando con palas".
" ¿Y por qué no", dijo el Maestro, "a mil hombres trabajando con cucharillas?".
Como siempre, un placer saludarte, amigo libertad. Ah, y piensa que olvido no es lo mismo que omisión.
El jardinero de las nubes.