Nunca quise compartir los esquemas de esta sociedad darwinista, donde prima el demostrar que se es o se posee; donde creemos que hemos de ser mirados de otra forma por estar en posesión de bienes materiales o crecidos títulos académicos; donde se venera la palabra “autoridad” y se huye de la palabra “humildad”; donde se abren los balcones a las altas categorías y se vive del trabajo y el sufrimiento de las bajas categorías; donde la lluvia sólo riega jardines selectos y se olvida de refrescar las flores que crecen en el polvo.
Job decía: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá” (Job 1, 21). Eso pienso yo y en eso resumo los logros de mi vida. Comer, beber y gozar de los frutos del trabajo (Ecl 2, 24): esto es la vida para el Predicador. No supone alineamiento para mí, y viviré y gozaré con lo que me ha sido dado bajo el sol. Esta sociedad no está concebida así, pero no va conmigo el juego de la competitividad ni envidio los bienes de mi prójimo.
El bien de la cultura, aun siendo el más codiciable, dista mucho del de la sabiduría. La formación es un concepto diferente a la educación. ¿Cuántas gentes que teniendo en posesión los privilegios de la formación son un unos completos maleducados? La educación bebe directamente en la fuente de la sabiduría, y la sabiduría se encuentra, no se busca.
Habla de nuevo, Predicador: “Después volví yo a mirar para ver la sabiduría, y los desvaríos; y la locura (porque ¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?). Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la locura, como la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el loco anda en tinieblas. Y también entendí yo que un mismo suceso acaecerá al uno que al otro. Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al loco me sucederá también a mí. ¿Para qué pues he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del loco habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el loco. Aborrecí por tanto la vida, porque toda obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo era vanidad y aflicción de espíritu” (Ecl 2, 12-17).
En definitiva, vivo y vivo porque vivo… No necesito demostrar a los demás que vivo. No necesito currículum.
El jardinero de las nubes.
http://eljardinerodelasnubes. blogspot. com/
Job decía: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá” (Job 1, 21). Eso pienso yo y en eso resumo los logros de mi vida. Comer, beber y gozar de los frutos del trabajo (Ecl 2, 24): esto es la vida para el Predicador. No supone alineamiento para mí, y viviré y gozaré con lo que me ha sido dado bajo el sol. Esta sociedad no está concebida así, pero no va conmigo el juego de la competitividad ni envidio los bienes de mi prójimo.
El bien de la cultura, aun siendo el más codiciable, dista mucho del de la sabiduría. La formación es un concepto diferente a la educación. ¿Cuántas gentes que teniendo en posesión los privilegios de la formación son un unos completos maleducados? La educación bebe directamente en la fuente de la sabiduría, y la sabiduría se encuentra, no se busca.
Habla de nuevo, Predicador: “Después volví yo a mirar para ver la sabiduría, y los desvaríos; y la locura (porque ¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?). Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la locura, como la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el loco anda en tinieblas. Y también entendí yo que un mismo suceso acaecerá al uno que al otro. Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al loco me sucederá también a mí. ¿Para qué pues he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del loco habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el loco. Aborrecí por tanto la vida, porque toda obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo era vanidad y aflicción de espíritu” (Ecl 2, 12-17).
En definitiva, vivo y vivo porque vivo… No necesito demostrar a los demás que vivo. No necesito currículum.
El jardinero de las nubes.
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