CUENTO ALDEANO
Érase una vez un alcalde muy, muy listo y unos concejales muy, muy listos también que los domingos comían palomo con arroz. Tan deseosos andaban de hacer cosas por su pueblo que, teniendo 1.600m2 que vender para hace caja y tirar cohetes y confeti, lo hicieron al mejor postor; un medio de la casa que, ocultando la jugada y en detrimento de otras personas con igual derecho, pagó más de 32.000.000 ptas, ¡Por 1.600m2!
A cambio, los del palomo con arroz le recalificaron los terrenos y, de valer poco más o menos 3.000.000 ptas, pasaron a venderse por 32. ¡Qué jugada, qué listos somos!, exclamó la camarilla del palomo. Corrió el tiempo y en la jugada comenzaron a aparecer las primeras grietas. De pronto la tierra parió tierra (y no era el día del juicio final) y, donde se habían comprado 1.600m2 aparecieron 90m2 de nadie ¡urbanos y ya recalificados! que el constructor se apropió sin más, sin autorización y sin pagar ni un céntimo al Ayuntamiento de los palomeros. (Algunos concejales habían pasado el verano en Marbella y habían asimiliado a la perfección el espíritu Roca)
Sin saber cómo, salvo por la intercesión del palomo milagroso, de 13 viviendas autorizadas, se pasaron a construir 14. (De esta forma y manera los 32.000.000 ptas. pagados por los terrenos se aligeraban con la venta de una vivienda más, por tanto la operación vendría a costar la mitad)
Tan ufanos estaban aquellos fieles del pollo a la concejalía que pensaban para sí y los demás que tales inteligencias no eran merecidas por tan poco reconocimiento y que en Marbella la cosa hubiera sido distinta. Aunque en sus privilegiados cráneos hubieranse creído ombligos del mundo e ingenieros de altos vuelos en la economía municipal, no habían hecho si no provocar una operación delirante, cuyas consecuencias están pagando ahora: los terrenos que antes de su "operación" valían a uno, ahora valen a diez aunque, como siempre tomaban el embudo por la parte superior, creían firmemente en ser inmunes a la chapuza perpetrada.
Pasó más tiempo y hoy Morrales y el de la Provocación Económica andan suplicando y besando culos para encontrar unos terrenos en que fijar un punto limpio o un centro de reciclado de residuos o algo peor (adiós al Pelado de berenjena, a los cerdos ibéricos, a la biomasa, a las placas, al aeropuerto...). Encuentran terrenos, sí, pero "carísimos", según Morrales. No es verdad, la gente está haciendo lo que ellos inventaron. Queréis terrenos, pagadlos a como vosotros los vendisteis.
Y es que los cofrades del palomino han creído levitar sobre este mundo, cuando la verdad es que: "Arrierios somos y en el camino andamos", ¿Verdad, figuras?
Érase una vez un alcalde muy, muy listo y unos concejales muy, muy listos también que los domingos comían palomo con arroz. Tan deseosos andaban de hacer cosas por su pueblo que, teniendo 1.600m2 que vender para hace caja y tirar cohetes y confeti, lo hicieron al mejor postor; un medio de la casa que, ocultando la jugada y en detrimento de otras personas con igual derecho, pagó más de 32.000.000 ptas, ¡Por 1.600m2!
A cambio, los del palomo con arroz le recalificaron los terrenos y, de valer poco más o menos 3.000.000 ptas, pasaron a venderse por 32. ¡Qué jugada, qué listos somos!, exclamó la camarilla del palomo. Corrió el tiempo y en la jugada comenzaron a aparecer las primeras grietas. De pronto la tierra parió tierra (y no era el día del juicio final) y, donde se habían comprado 1.600m2 aparecieron 90m2 de nadie ¡urbanos y ya recalificados! que el constructor se apropió sin más, sin autorización y sin pagar ni un céntimo al Ayuntamiento de los palomeros. (Algunos concejales habían pasado el verano en Marbella y habían asimiliado a la perfección el espíritu Roca)
Sin saber cómo, salvo por la intercesión del palomo milagroso, de 13 viviendas autorizadas, se pasaron a construir 14. (De esta forma y manera los 32.000.000 ptas. pagados por los terrenos se aligeraban con la venta de una vivienda más, por tanto la operación vendría a costar la mitad)
Tan ufanos estaban aquellos fieles del pollo a la concejalía que pensaban para sí y los demás que tales inteligencias no eran merecidas por tan poco reconocimiento y que en Marbella la cosa hubiera sido distinta. Aunque en sus privilegiados cráneos hubieranse creído ombligos del mundo e ingenieros de altos vuelos en la economía municipal, no habían hecho si no provocar una operación delirante, cuyas consecuencias están pagando ahora: los terrenos que antes de su "operación" valían a uno, ahora valen a diez aunque, como siempre tomaban el embudo por la parte superior, creían firmemente en ser inmunes a la chapuza perpetrada.
Pasó más tiempo y hoy Morrales y el de la Provocación Económica andan suplicando y besando culos para encontrar unos terrenos en que fijar un punto limpio o un centro de reciclado de residuos o algo peor (adiós al Pelado de berenjena, a los cerdos ibéricos, a la biomasa, a las placas, al aeropuerto...). Encuentran terrenos, sí, pero "carísimos", según Morrales. No es verdad, la gente está haciendo lo que ellos inventaron. Queréis terrenos, pagadlos a como vosotros los vendisteis.
Y es que los cofrades del palomino han creído levitar sobre este mundo, cuando la verdad es que: "Arrierios somos y en el camino andamos", ¿Verdad, figuras?