Pues sí, todo este asunto de Ummo me ha rescatado de los callejones de la memoria cierto episodio que aconteció en Aldea a mediados del verano de 1981 y que estimo probable que muchos todavía recuerden. Se levantó cierta alarma social en la población porque algunos sostenían que se había avistado un OVNI sobre el cerro de la Higuera. Algunos se lo tomaron a chacota, pero hubo muchos que advirtieron de la necesidad de dar aviso a la prensa, la radio, las Fuerzas Armadas e incluso al supuesto gabinete secreto de expertos que en el desierto de Nevada (USA) estudiaban a los alienígenas en el Área 51. En la Plaza se suscitaban todo tipo de comntarios. Los testigos del evento mencionaban una esfera plateada muy diminuta, que reflejaba los rayos solares y a intervalos subía y bajaba sobre el cerro de la Higuera. La imaginación sazonaba de mil formas el relato del suceso, y recuerdo que alguien llegó a decir en el bar del Niño que ese objeto emitía un zumbido misterioso. Los ufólogos aldeanos estaban en plena efervescencia y, bien provistos de prismáticos, organizaron alguna expedición nocturna para vigilar el cerro de la Higuera. Y muchos presumían de haber visto al OVNI in situ.
Yo me enteré del suceso enseguida y con la bicicleta me dirigí a la Higuera para ver si era cierto lo que decían. Cuando llegué ya había dos o tres personas más mirando al cielo. Efectivamente, algo se veía, pero no demasiado claro. Yo lo describiría como un espejito de tocador suspendido como a 300 metros de altura. Un espejito que reflejaba los rayos del sol vespertino.
Más adelante se supo que no era otra cosa que un globo sonda que había perdido el norte, uno de esos globos que antaño utilizaba el Instituto Nacional de Meteorología cuando aún la primera generación del satélite Meteosat (puesto en órbita en 1977) todavía no estaba en el apogeo de sus potencialidades: tal fue, al menos, la explicación que dieron los más enteradillos... También pudo ser un globito de feria, pero el revuelo lo hubo de todas formas.
Nuevamente te mando mis respetuosos saludos, Ana Cristina.
El jardinero de las nubes.
Yo me enteré del suceso enseguida y con la bicicleta me dirigí a la Higuera para ver si era cierto lo que decían. Cuando llegué ya había dos o tres personas más mirando al cielo. Efectivamente, algo se veía, pero no demasiado claro. Yo lo describiría como un espejito de tocador suspendido como a 300 metros de altura. Un espejito que reflejaba los rayos del sol vespertino.
Más adelante se supo que no era otra cosa que un globo sonda que había perdido el norte, uno de esos globos que antaño utilizaba el Instituto Nacional de Meteorología cuando aún la primera generación del satélite Meteosat (puesto en órbita en 1977) todavía no estaba en el apogeo de sus potencialidades: tal fue, al menos, la explicación que dieron los más enteradillos... También pudo ser un globito de feria, pero el revuelo lo hubo de todas formas.
Nuevamente te mando mis respetuosos saludos, Ana Cristina.
El jardinero de las nubes.