Un profesor de anatomía, en un momento determinado dice en una clase:
-... Y esto funiona así, porque Dios lo ha hecho para que funcione así.
Ante esta afirmación, uno de los alumnos, en plan petulante, le dice:
- ¡Profesor!. Los remordimientos de la vida pasada, la cercanía de la muerte..., todo eso lleva a pensar en Dios. El recurso a Dios es una clara manifestación de vejez.
-Sepa usted -replica el profesor- que es más viejo el burro a los veinte años que un hombre a los sesenta.
Continúa la anécdota con una aguda reflexión...
La vida es una larga escuela de humildad. Unos aprenden antes, otros más tarde y algunos no aprenden nunca. La soberbia, la petulancia, no es patrimonio de la juventud. Más bien es fruto de la cortedad mental. El verdaderamente inteligente suele ser humilde. Y suele serlo también de joven.
-... Y esto funiona así, porque Dios lo ha hecho para que funcione así.
Ante esta afirmación, uno de los alumnos, en plan petulante, le dice:
- ¡Profesor!. Los remordimientos de la vida pasada, la cercanía de la muerte..., todo eso lleva a pensar en Dios. El recurso a Dios es una clara manifestación de vejez.
-Sepa usted -replica el profesor- que es más viejo el burro a los veinte años que un hombre a los sesenta.
Continúa la anécdota con una aguda reflexión...
La vida es una larga escuela de humildad. Unos aprenden antes, otros más tarde y algunos no aprenden nunca. La soberbia, la petulancia, no es patrimonio de la juventud. Más bien es fruto de la cortedad mental. El verdaderamente inteligente suele ser humilde. Y suele serlo también de joven.