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ALDEA DEL REY: Me perdonará Santiago Ciudad si, como ya avisé, publicaría...

Me perdonará Santiago Ciudad si, como ya avisé, publicaría su artículo "Con flores a María". Vaya, resulta que ahora salen los de la "gente aldeana" hay por ahí algunos hasta que se autoproclaman, ¡ojo1, "la buena gente aldeana, de verdad!, ¿dónde habrán certificado el título? Bueno, creo que se darán cuenta, entre ellos el tal José Pablo, a quien no conozco, que la impresión o lectura que Santiago Ciudad hizo no fue el único que así leyó, les recomiendo el artículo de Alter Ego sobre el particular. De todas formas era esperable una respuesta así, lo de siempre, "Yo no sabía, yo no creía, San Penseque y San Creique...", Venga ya, tíos, que nadie a estas alturas se chupa el dedo.

Con flores a María [Santiago Ciudad]

Parafraseando a Berltor Brecht, primero se sublevaron a golpe de mosquetón cuartelero contra el gobierno legítimo y democrático de la II República española, allá por 1936, pero a los que no habíamos nacido por entonces no nos importó; luego sembraron España de cadáveres desperdigados por cunetas, egidos y paredes de cementerios; pero como los caídos no eran de los míos no me importó; después continuó la feroz represión de los años cuarenta y ya me preocupé porque entre los represaliados y los “topos” (Cfr. libro del mismo título a Manuel Leguineche y Jesús Torbado, Barcelona, Argos Vergara) tenía conocidos y amigos y hace unos días, en Aldea del Rey, en el siglo XXI, año 2008, día 8 de septiembre, han vuelto para ofrendar flores a los “Caídos por Dios y por España” en el transcurso de la procesión de la Virgen del Valle, y ahora sí me preocupo porque vienen a por nosotros, a por los españoles de la concordia, ellos, los fascistas intemporales e irredentos. No obstante si para el poeta ya era tarde, para los aldeanos de buena fe, trabajadores y tranquilos no.
¿A quién se le ha ocurrido tamaño disparate? ¿Quién o quiénes son los responsables de tal aberración? ¿Tienen idea de lo que han fraguado y escenificado delante de los atónitos ojos de todo un pueblo?
Como la ignorancia es el origen de todos los males, no estaría de más poner de manifiesto el peligro que se corre cuando se maneja el fuego. ¿A santo de qué mezclar a la Virgen del Valle -nuestra queridísima patrona- con los caídos “por Dios y por España”? ¿Es que acaso los que cayeron por defender el legítimo y democrático gobierno republicano, su ideario y modelo de vida no merecían también monumentos que nunca les fueron erigidos? Otra vez el cóctel perverso de iglesia y política, como si la historia hubiera transcurrido en blanco, como si de nada sirviera el conocimiento, la razón, el estudio, la experiencia. ¿Qué pretenden quienes organizan ese teatro ambulante de calle en que se han converido algunas procesiones religiosas en Aldea del Rey? Que les divierte, valga; que necesitan notoriedad, pase; que sufren el síndrome del escaparate, cúrense; pero presentar una oblación a quienes se rebelaron contra el orden constitucional, poniendo a la Virgen del Valle por testigo es, si me apuran, un acto quasi delictivo, máxime cuando la Ley para la Recuperación de la Memoria Histórica, de reciente publicación explícita y obliga a todas las administraciones -a todas-, nacional, autonómica y local a que: “en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o meciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”. Artículo 15.
¿Y el papel de la Iglesia? Sinceramente creo que el Sr. Párroco no tenía ni idea de lo que se había fraguado y que debió de quedar tan sorprendido y lleno de estupor como quedamos cuantos asistimos a la deplorable y premeditada escena. Si éstos que han orquestado el espectáculo pertenecen a una cofradía religiosa, que Dios nos asista porque de fevor y vivencia religiosa andan más ayunos que un chorizo en Cuaresma. ¡Qué pensará nuestra Virgen del Valle!, la virgen de los que huyen del falso boato y la traca artificial dirigiéndose a ella humildemente y en soledad... ésos que, como quien esto firma, le dan todos los días las gracias por mantenerlo vivo.
Sepan, pues, quienes hayan organizado tal payasada que han herido en lo religioso y en lo político a mucha gente, aunque a lo peor se trataba precisamente de conseguir eso, salir de Guatemala y entrar en Guatepeor. Aldea del Rey tiene también sus mártires republicanos y todavía, por fortuna, familiares orgullosos y abnegados que los recuerdan con amor, con cariño, con respeto, ése que no se ha mostrado por ellos, aunque no murieran “por Dios”; precisamente Dios en su infinita misericordia habrá acogido en su seno a los que dieron su vida por una patria y un pueblo mejor y dudo mucho que tenga en consideración a tanto paraloguista y meapilas pertrechado al socaire de una imagen religiosa. Por si no lo sabían, todavía hoy al menos 53 ciudarrealeños -entre ellos alguno de Aldea del Rey- permanecen enterrados en una fosa común de una prisión de Burgos. Además de nuestro pueblo, también Almadén, Alcolea, Almagro, Anchuras, Argamasilla de Alba, Argamasilla de Calatrava, Bolaños, Carrión, Corral, Daimiel, Fuencaliente, La Solana, Terrinches, Puertollano, Valdepeñas, etc., etc., lloran a sus muertos y cabe imaginarse qué pensarían si hubiesen contemplado un espectáculo tan denigrante. Les remito al número de LANZA de 21 de noviembre de 2004, tal vez leyendo y pensando un poco recapaciten. De ahí a enarbolar una esvástica o cantar el cara al sol frente al aguilucho que todavía toma el sol en el frontispicio de la Casa Consistorial aldeana, de donde debe desaparecer por Ley ya, sólo dista un paso.
Uno, que tiene poco de beato y menos de saduceo, algo sabe del evangelio, de los libros sagrados y de la Biblia. Quizá les sorprenda a estos apóstoles de la purpurina que, en mi torpeza y mediano seso, no haya hecho otra cosa que obedecer el dictado de San Juan, sí, del evangelista, cuando en su Apocalipsis dice: “Y oí a mis espaldas una voz potente que decía: lo que has visto, escríbelo en un libro...” (I, 10-11). Claro que aquí lo hemos visto y oído de frente y, de momento, me conformo con escribirlo en un humilde tabloide.
Sirva como apunte final mi reconocimiento sincero a quien dentro de esa batahola aconsejó no llevarla a cabo en su totalidad pues parece que, además de flores, también pretendían que la Virgen bailara delante del infame obelisco. Y como toda cruz tiene su cara, toda niebla su luz, demos la enhorabuena a la Hermandad del Santísimo Cristo del Consuelo que ha sabido preservar la esencia religiosa en los actos públicos y la humildad personal en sus cofrades. Y aunque la gente calle, nada tiene que ver con que esté de acuerdo con lo que está sucediendo, para mí que lo que pasa es aquello que Lope de Vega decía: “Que suele la verdad dar gritos en silencio”. Atentos.

Insisto, le ruego a Santiago Ciudad que no me tome a mal haber publicado su artículo, por cierto para escribir bien lo primero que hay que hacer es saber escribir...