Querido amigo Trobador:
Tú sabes tan bien como yo que en Aldea la cultura se ha utilizado en muchos casos como moneda de cambio para la estupidez. No hay nada más odioso que aquéllos que utilizan las carreras cursadas para ir dándose pisto y tratar de mirar al vecino por encima del hombro; y ya te digo que, en Aldea, ejemplos de éstos los tenemos a espuertas.
Los estudios no dan más que formación, pero no pueden dar algo todavía más hermoso que la formación: la EDUCACIÓN. La educación no es algo que enseñen los libros ni los maestros; es la vida y el ambiente que nos rodea. Si desde pequeños mamamos la educación, seremos probablemente unas personas educadas. Y la educación no la da el dinero ni los estudios; la educación dimana de la sencillez de corazón... Hay muchas personas de estudios que son unas completas maleducadas (y no quiero señalar muy cerca). El que se crea algo por tener estudios, le queda mucho por sufrir, pues el engreimiento suele ser campo abonado para el odio. ¡Qué triste aquéllos que dejan de conversar con la gente porque piensan que son unos patanes sin estudios! ¡No saben lo que se pierden! Yo no es que haya hablado mucho con la gente del pueblo (no por arrogancia, sino por timidez), pero si he hablado con alguien jamás me ha importado su nivel cultural o socioeconómico. Por poner un ejemplo, a mí no me salía el saludo fácilmente, pero veía a los hermanos ciegos y siempre los saludaba afablemente. Y hasta les preguntaba: “ ¿A cenar ya?”, y les hacía mucha alegría ese comentario inocente. Por la cara no me conocerían, pero por la voz seguro que sí.
En Aldea no he hablado con los arrogantes, pero sí con los humildes (el Rinde, el Tío Pintor, el Beato, Anselmito, el Salvaje, el Choto, muchos pastores de los campos, etc; perdón, es que no me sé sus nombres). Fíjate que el Salvaje, que en paz descanse, vino más de una vez a mi casa a leerme sus poesías. No habré triunfado socialmente en el pueblo, pero con los humildes siempre he sido cariñoso. Los pocos que me conocían, me apreciaban de verdad.
Perdona, amigo Trobador, pero has despertado algunos hermosos recuerdos de mi vida en Aldea. Yo sé que tú te has destacado por ser una persona preocupada por tu prójimo. No puedes consentir ver a una persona sufriendo sin poner el remedio. Esto es algo que vale más que la cultura, y tú lo posees en grado sumo. El expresar sentimientos no depende de la cultura ni de la ortografía.
Isaías ya decía que Dios andaba escondido (Is 45, 14). Jeremías decía que Dios estaba cerca y lejos (Jr 23, 23). Sofonías llegó a decir que Dios no hace ni bien ni mal (Sof 1, 12). Nadie descubrió las huellas de Dios (Sal 77, 20)… Son pasajes que suenan a contradicción con respecto a lo que nos han enseñado.
Yo sólo sé que soy lo que soy por la gracia de Dios. Si Dios no ha puesto la mano encima de mí, yo he puesto la mano encima de Él. ¿No dejó escrito Jeremías: “Que vuelvan ellos a ti, no tú a ellos” (Jr 15, 19)? Yo he ido a Él, y si he llorado, he llorado en su presencia; si he reído, he reído en su presencia… No puedo decir que me haya librado de contratiempos y grandes aflicciones, pero ha estado conmigo y la certeza de su presencia ha sido como bálsamo para mis heridas.
De todo lo que la vida me ha dado y me ha quitado, querido amigo Trobador, Dios es lo verdaderamente firme que tengo.
¡Qué triste es sufrir y estar solo y no tener el apoyo de un amigo! Por eso Dios es y siempre ha sido mi amigo. Y el sentimiento de un amigo no se puede racionalizar.
El jardinero de las nubes.
http://eljardinerodelasnubes. blogspot. com/
Tú sabes tan bien como yo que en Aldea la cultura se ha utilizado en muchos casos como moneda de cambio para la estupidez. No hay nada más odioso que aquéllos que utilizan las carreras cursadas para ir dándose pisto y tratar de mirar al vecino por encima del hombro; y ya te digo que, en Aldea, ejemplos de éstos los tenemos a espuertas.
Los estudios no dan más que formación, pero no pueden dar algo todavía más hermoso que la formación: la EDUCACIÓN. La educación no es algo que enseñen los libros ni los maestros; es la vida y el ambiente que nos rodea. Si desde pequeños mamamos la educación, seremos probablemente unas personas educadas. Y la educación no la da el dinero ni los estudios; la educación dimana de la sencillez de corazón... Hay muchas personas de estudios que son unas completas maleducadas (y no quiero señalar muy cerca). El que se crea algo por tener estudios, le queda mucho por sufrir, pues el engreimiento suele ser campo abonado para el odio. ¡Qué triste aquéllos que dejan de conversar con la gente porque piensan que son unos patanes sin estudios! ¡No saben lo que se pierden! Yo no es que haya hablado mucho con la gente del pueblo (no por arrogancia, sino por timidez), pero si he hablado con alguien jamás me ha importado su nivel cultural o socioeconómico. Por poner un ejemplo, a mí no me salía el saludo fácilmente, pero veía a los hermanos ciegos y siempre los saludaba afablemente. Y hasta les preguntaba: “ ¿A cenar ya?”, y les hacía mucha alegría ese comentario inocente. Por la cara no me conocerían, pero por la voz seguro que sí.
En Aldea no he hablado con los arrogantes, pero sí con los humildes (el Rinde, el Tío Pintor, el Beato, Anselmito, el Salvaje, el Choto, muchos pastores de los campos, etc; perdón, es que no me sé sus nombres). Fíjate que el Salvaje, que en paz descanse, vino más de una vez a mi casa a leerme sus poesías. No habré triunfado socialmente en el pueblo, pero con los humildes siempre he sido cariñoso. Los pocos que me conocían, me apreciaban de verdad.
Perdona, amigo Trobador, pero has despertado algunos hermosos recuerdos de mi vida en Aldea. Yo sé que tú te has destacado por ser una persona preocupada por tu prójimo. No puedes consentir ver a una persona sufriendo sin poner el remedio. Esto es algo que vale más que la cultura, y tú lo posees en grado sumo. El expresar sentimientos no depende de la cultura ni de la ortografía.
Isaías ya decía que Dios andaba escondido (Is 45, 14). Jeremías decía que Dios estaba cerca y lejos (Jr 23, 23). Sofonías llegó a decir que Dios no hace ni bien ni mal (Sof 1, 12). Nadie descubrió las huellas de Dios (Sal 77, 20)… Son pasajes que suenan a contradicción con respecto a lo que nos han enseñado.
Yo sólo sé que soy lo que soy por la gracia de Dios. Si Dios no ha puesto la mano encima de mí, yo he puesto la mano encima de Él. ¿No dejó escrito Jeremías: “Que vuelvan ellos a ti, no tú a ellos” (Jr 15, 19)? Yo he ido a Él, y si he llorado, he llorado en su presencia; si he reído, he reído en su presencia… No puedo decir que me haya librado de contratiempos y grandes aflicciones, pero ha estado conmigo y la certeza de su presencia ha sido como bálsamo para mis heridas.
De todo lo que la vida me ha dado y me ha quitado, querido amigo Trobador, Dios es lo verdaderamente firme que tengo.
¡Qué triste es sufrir y estar solo y no tener el apoyo de un amigo! Por eso Dios es y siempre ha sido mi amigo. Y el sentimiento de un amigo no se puede racionalizar.
El jardinero de las nubes.
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