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ALDEA DEL REY: Cuando el jardinero no era capaz de dar a conocer las...

Cuando el jardinero no era capaz de dar a conocer las profundidades de su interior, cuando los años pasaban irremisiblemente y veía que su alma iba a reventar dentro de sí misma… Entonces sus ojos, estando sentado en un banco de la sevillana Plaza de España, se tropezaron con este texto de Rabindranath Tagore (de quien se confiesa discípulo), capítulo número 60 de su libro “La cosecha”:

“El perfume exclama en el capullo: “ ¡Ay de mí, se marcha el día, el día feliz de la primavera, y aquí estoy aún prisionero en mis hojas!”

No pierdas, pobrecillo, la esperanza. Estallarán tus ataduras, el capullo se convertirá en flor, y cuando mueras en lo mejor de tu vida, seguirá viviendo en el espíritu de la primavera.

Jadea y se agita el perfume dentro del capullo, exclamando: “ ¡Ay de mí, pasan las horas, y aún no sé adónde voy ni qué ando buscando!”

No pierdas, pobrecillo, la esperanza. La brisa de la primavera ha oído tu deseo, y no habrá acabado el día antes de que veas colmado tu ser.

Oscuro es el futuro para él, y el perfume exclama desesperado: “ ¡Ay de mí! ¿Qué falta he cometido para que mi vida carezca tanto de sentido? ¿Quién puede decirme la razón de mi existencia?”

No pierdas, pobrecillo, la esperanza. Ya está cerca la aurora perfecta, en la que mezclarás tu vida con la vida total y por fin sabrás para qué has nacido.”

Y ahora, después de una vida árida, siento que las palabras de mi maestro Tagore se han tornado realidad.

El jardinero de las nubes.