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ALDEA DEL REY: Querido amigo Trobador:...

Querido amigo Trobador:

Has dado en el punto neurálgico: estas cosas se sienten antes que se estudian. Sintiéndolas el mismo Dios hace que las asimilemos (Heb 8, 10), con una claridad que excede a los que van exhibiendo títulos académicos en estas materias. Con razón está escrito: “El amor de Cristo supera todo conocimiento” (Ef 3, 19).

No te voy a decir que no haya sentimientos en el seno del ministerio sacerdotal, pero también ha habido vocaciones amparadas en el deseo del poder y prestigio y hasta de subsistencia que otorgaba y aún otorga la Iglesia. Fijémonos si no, que un amplio porcentaje de sacerdotes que hoy ministran y ocupan cargos importantes se formaron en los tiempos inmediatamente posteriores a la posguerra, cuando estaban plenamente vigentes las mentalidades a que me refiero.

¿Por qué hoy están tan vacíos los seminarios en relación a aquella época? Hoy cuesta enmascarar la realidad de las cosas, hoy no se encuentra tan reprimido el solo acto de pensar. Podemos y debemos saber lo que nos empujó a ser lo que somos. En el ámbito de la Iglesia, no se trata de romper sus tradiciones, sino de recuperar “sus más antiguas tradiciones”… La Iglesia está hoy conducida por altas eminencias en el ámbito del conocimiento académico; ayer estaba conducida por unos simples pescadores de Galilea. ¿Ves el contraste?

Gregorio I Magno (590-604) fue el primer pontífice que quiso volver a la Iglesia a sus verdaderas raíces, tras varios siglos de andar caminos que se desviaban ostensiblemente del Evangelio. Era un hombre de gran humildad y empezó llamándose “siervo de los siervos de Dios”. Introdujo una serie de reformas que asignaban a la Iglesia su verdadero papel, en consonancia con el carácter de humildad que le era propio en sus inicios. Sin embargo, estas reformas restaban poder a la Iglesia y tan pronto Gregorio I falleció, las manos negras de la Curia hicieron nuevamente de las suyas, introduciendo una serie de dogmas y tradiciones que se desvían ostensiblemente del espíritu evangélico: papel sumiso de las mujeres, celibato obligatorio de los sacerdotes, infalibilidad del Papa, etc. Como ves, el deseo de ejercer un férreo control sobre la grey.

Todo esto no me lo invento. Aparece en “La Iglesia Católica”, libro del prestigioso teólogo y sacerdote Hans Küng. A este autor nunca le han hecho comulgar con ruedas de molino, pese a ser sacerdote; siempre ha abogado por la honradez histórica y religiosa. Su prestigiosa carrera en el Vaticano se vio truncada por las intrigas de unos cuantos inquisidores del más rancio abolengo, entre los que se contaba su compañero de estudios Joseph Ratzinger. Lo confinaron en la Universidad de Tübingen y hubo épocas en las que hasta le prohibieron ejercer su magisterio por no acomodarse al dogma católico.

Pese a esto, nadie puede cuestionar sus dotes teológicas y exegéticas. Sus libros se venden en librerías tradicionalmente católicas, como la de san Pablo de Madrid. En esta librería me he surtido de abundantes textos desde los tiempos de mi juventud. En las estanterías de Teología estaban siempre los libros de Küng, compartiendo honores con los de Karl Rahner, un teólogo más acorde con la moral católica tal como la conocemos hoy en día. Los textos de teología eran muy caros, y me dejaron el bolsillo pelado más de una vez.

Yo tengo el libro “La Iglesia Católica” en formato digital. Si te interesa, amigo, te lo hago llegar al correo. Es muy fácil de leer y está escrito con gran claridad. Ahí se ve cómo a través de las manipulaciones se gesta toda una estructura de poder y control, poniendo en el olvido las verdaderas enseñanzas de Jesús. Algunos locos hubieron de intervenir para volverla al camino, como San Agustín y San Francisco de Asís, pero siempre vuelve la burra al trigo.

Opino lo mismo, amigo Trobador, antes de estudiarlo es necesario sentirlo.

El jardinero de las nubes.
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