Recibió una piadosa edicación, y el año 1 se unió a los monjes del monasterio del Císter; poco después fue elegido abad del monasterio de Claraval, cargo que desempeñó con gran provecho para sus monjes.
A causa de las divisiones que aquejaban por entonces a la Iglesia, se vió obligado a viajar por Europa, con el objeto de restablecer la paz y la unidad.