El 17 de enero del año 356, Antonio entrega su alma a Dios.
No escribió reglas monásticas, pero su influjo se dejará sentir en numerosos discípulos e inspirará las regles de diversas órdenes religiosas de Oriente y de Occidente.
Enun tiempo de ruido y ajetreo, la figura de este hombre, que se procura la soledad para encontrarse con Dios, nos enseña a saber prescindir de tantas cosas que consideramos necesarias, para ir derechos a buscar lo fundamental, lo que de verdad importa. San Antón hay que celebrarlo por todo lo alto. ¡Pronto llegaran las lumbres de san Antón!