SAN MAURICIO, mártir
Cuando Felipe de segundo construía San Lorenzo El Escorial, realizó una especie de concurso entre pintores principales, para ver a quien encomendaba la "decoración" del monasterio.
Un extranjero que estaba afincado en España, al que llamaban "El Greco", pintó un cuadro que tituló "El martirio de San Mauricio y la Legión Tebea". Al rey no le gustó demasiado el cuadro, y El Greco se fue para Toledo. (Siempre tendrán que agradecer los toledanos a Felipe II su decisión.)
Pero volvamos al cuadro. En él, nos representa El Greco el momento de una rebelión militar. Una rebelión ciertamente extraña, por el contenido de la misma. Estamos a finales del s. III. En las cercanías del lago de Ginebra, acampaba una de las legiones romanas, llamada la Legión Tebea, quizás por proceder muchos de sus miembros de la región de Tebas, en Egipto. Parece ser que casi todos sus miembros eran cristianos. Y su comandante se llamaba MAURICIO.
Un día, ente la proximidad de una dura batalla, el emperador manda que todos sus legionarios sacrifiquen a los dioses para impetrar la victoria.
Mauricio y sus soldados se niegan a realizar los sacrificios. Enfurecido el emperador, manda diezmar la legión. Pero los supervivientes se mantienen firmes en su decisión de no sacrificar. Manifiestan que están dispuestos a obedecer en todo al emperador siempre que su fe no se lo impida, y que, si decide hacerlos perecer, renuncias a defenderse. Ante tal actitud, son degollados.
Desde el s. IV, hay constancia de tributar culto, en lo que es la actual Suiza, a unos soldados mártires. Este culto se extendió pronto por casi toda Europa.
En el cuadro de El Greco, Mauricio, que tiene el dedo en alto señalando el cielo, indica a sus soldados, y también a nosotros, dónde está el objeto de la verdadera obediencia. Parece recordar a los Apóstoles ante el Sanedrín: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres".
Su fiesta se celebra el 22 de septiembre.
Cuando Felipe de segundo construía San Lorenzo El Escorial, realizó una especie de concurso entre pintores principales, para ver a quien encomendaba la "decoración" del monasterio.
Un extranjero que estaba afincado en España, al que llamaban "El Greco", pintó un cuadro que tituló "El martirio de San Mauricio y la Legión Tebea". Al rey no le gustó demasiado el cuadro, y El Greco se fue para Toledo. (Siempre tendrán que agradecer los toledanos a Felipe II su decisión.)
Pero volvamos al cuadro. En él, nos representa El Greco el momento de una rebelión militar. Una rebelión ciertamente extraña, por el contenido de la misma. Estamos a finales del s. III. En las cercanías del lago de Ginebra, acampaba una de las legiones romanas, llamada la Legión Tebea, quizás por proceder muchos de sus miembros de la región de Tebas, en Egipto. Parece ser que casi todos sus miembros eran cristianos. Y su comandante se llamaba MAURICIO.
Un día, ente la proximidad de una dura batalla, el emperador manda que todos sus legionarios sacrifiquen a los dioses para impetrar la victoria.
Mauricio y sus soldados se niegan a realizar los sacrificios. Enfurecido el emperador, manda diezmar la legión. Pero los supervivientes se mantienen firmes en su decisión de no sacrificar. Manifiestan que están dispuestos a obedecer en todo al emperador siempre que su fe no se lo impida, y que, si decide hacerlos perecer, renuncias a defenderse. Ante tal actitud, son degollados.
Desde el s. IV, hay constancia de tributar culto, en lo que es la actual Suiza, a unos soldados mártires. Este culto se extendió pronto por casi toda Europa.
En el cuadro de El Greco, Mauricio, que tiene el dedo en alto señalando el cielo, indica a sus soldados, y también a nosotros, dónde está el objeto de la verdadera obediencia. Parece recordar a los Apóstoles ante el Sanedrín: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres".
Su fiesta se celebra el 22 de septiembre.