La imagen de Atocha es de madera, muy dura e incorruptible. La figura está sentada como queriendo afirmar con esta postura su magisterio sobre la Iglesia a la muerte de su divino Hijo. Al lado izquierdo y formando parte de la misma talla, tiene un Niño pequeño al que ofrece una manzana con la mano derecha. El niño no parece mirar la manzana y tiene levantada su diestra en actitud de bendecir al pueblo, extendidos sus dedos índice y anular y doblados los restantes sobre la palma de la mano; disposición que, siendo uso general en los primeros siglos de la Iglesia Universal, se guarda con esmero hoy en la de Oriente y se observa en estatuas, mosaicos y pinturas murales de los artistas bizantinos.