El paisaje va perdiendo poco a poco su condición de llanura sin límites, para convertirse en una especie de amplio valle flanqueado por terrenos de mayor altitud, cerros de naturaleza cuarcítica que sobresalen de las llanuras sedimentarias por su mayor resistencia a los agentes erosivos, entre ellos destacan las Sierras del Peral, del Cristo y de Alhambra al noroeste, con alturas que rondan los mil metros.