Cuando se consolida el puente y se estabiliza, entonces resucitas de la tumba de la materia, que hoy es la tumba del materialismo y te reconoces Hijo de Dios, Hijo del Sol, un inmortal vestido de carne. Y lo más importante, te conviertes en esa puerta abierta que ningún hombre puede cerrar y a través de esa puerta pasarán los demás.