"Racistas": seres humanos que reciben tal calificativo por:
- desconsiderar a otros seres que, proviniendo de otras tierras, poseen más derechos, beneficios sociales y , por supuesto, menos deberes, obteniendo el privilegio de la duda ante cualquier falta o delito, a diferencia de los que suscriben, los españolitos de a pie. De hecho, no han de poseer ni papeles, ni tampoco han de presentarlos en los lugares donde a los españoles se les veta el acceso sin ellos.
- Otra acepción podría ser la de los que evidencian que gente provinientes de otras tierras, reclaman derechos pero no asumen deberes, imponen su cultura, pero no se ajustan a la nuestra, proclaman leyes y normas antidiluvianas, que ya han sido modernizadas en nuestra civilización.
"No racistas": seres humanos, normalmente políticos que se creen más modernos que nadie, pero que no sufren la discriminación descrita, ni la de la propia concentración en núcleos prescritos a los demás y falta de predisposición a la adaptación a la sociedad de estos seres, supuestamente agraviados.
Conclusión:
Ni somos racistas ni somos no racistas, simplemente somos civilizados y asumimos las culturas y constumbres que nuestras civilizaciones, que en su progresión han generado.
Sería conveniente que los inmigrantes y, principalmente los políticos, corrigiesen su aptitud, y diesen las mismas oportunidades sociales, exigiesen los mismos deberes y consiguiesen la igualdad de oportunidades y de situacíones económicas, pero para todos, no sólo para los que se muestran más desprotegidos y no lo son. Y, de paso, los empresarios asumiesen su capacidad para no discriminar por razones económicas, obviando como obvian el color y el origen del susodicho, que al final es lo de menos, siempre y cuando les reporte mayores beneficios.
Cartucho.
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