Luz ahora 0,13052 €/kWh

ALMADENEJOS: La historia de Castilla-La Mancha se remonta al Paleolítico...

La historia de Castilla-La Mancha se remonta al Paleolítico Inferior, continúa en el Paleolítico Medio y en el Superior; así lo atestiguan los numerosos restos encontrados en las cinco provincias.

También, lógicamente, contamos con muestras neolíticas, entre las que cabe destacar por su importancia las cuevas de Alpera, Minateda y Nerpio (en Albacete).

Más numerosos aún son los restos de la Edad de los Metales. Destacan las necrópolis de "campos de urnas" en Cuenca y Guadalajara, al igual que algunos castros y poblados celtibéricos (como el cerro del Bú, en Toledo). También son dignas de mención las pinturas rupestres de Fuencaliente y Almodóvar del Campo (ambas en Ciudad Real) y Los Yébenes (en Toledo), así como la cerámica campaniforme de diversos lugares y la cultura de las Motillas en la zona manchega.

La época y cultura ibérica es muy rica en la región. Quizás la Gran Dama Oferente y la Bicha de Balazote sean las piezas más representativas de esta cultura, junto con diversos poblados y necrópolis.

A comienzos del siglo II a. De C. Se produce la llegada de los romanos, y los carpetanos, oretanos, ... (primitivos habitantes) son sometidos.

La romanización supone la adopción de la cultura y costumbres de Roma; también trae consigo el mayor desarrollo de las ciudades. Toletum, Segóbriga, Oretum, Consabura, Aibura, Sisapo, irán alcanzando gran importancia y proliferan las obras públicas: murallas, puentes como el de Alcántara en Toledo, termas en Segóbriga (Cuenca), circos, calzadas, etc.

La llegada de los visigodos supone un cierto retroceso, fundamentalmente cultural. Las ciudades, a excepción de Toledo (centro religioso-político), también pierden importancia. Pocos restos conservamos en Castilla-La Mancha de esta época, los más importantes los de la ciudad de Recópolis (Cuenca); la iglesia, para algunos mozárabe, de Santa María de Melque (Toledo) y el tesoro de Guarrazar (Toledo).

A partir del siglo VIII aparecen los musulmanes; la región se transforma y surgen otras ciudades como Cuenca, Vascos, Uclés, etc. El comercio y la artesanía florecen de nuevo, y también las construcciones. Se refuerzan o se construyen nuevas murallas, mezquitas, baños públicos, puentes, etc.

Tras una época larga y próspera, en la que solo las luchas internas dificultan a veces la convivencia entre musulmanes, judíos y mozárabes (o cristianos), llegamos a finales del siglo XI. Alfonso VI conquista Toledo en 1085 y se abre un periodo en el que casi toda la actual Castilla-La Mancha sufre las luchas entre cristianos y musulmanes que quieren controlar el territorio. Se suceden avances y retrocesos casi continuos de ambos bandos hasta que a comienzos del XIII todo el territorio queda definitivamente en poder cristiano.

Aspecto que hay que destacar muy especialmente es el fenómeno de la repoblación. A medida que se iban conquistando tierras, era necesario traer gente que se instalase en ellas. Unas veces los nobles (caso de Alfonso por que fundó Ciudad Real en 1255), otras la iglesia, y en menor medida el pueblo llano, creaban núcleos de población y roturaban tierras, con lo que los musulmanes ya no pudieron contraatacar con eficacia.

Las Ordenes Militares (Santiago, Calatrava y San Juan) jugaron un papel muy importante, ya que estos monjes-soldados se mostraron muy eficientes en las luchas contra el Islam; a cambio gozaban de grandes posesiones y son ellos quienes fundaron la mayoría de las poblaciones de La Mancha.

Sigue avanzando la Edad Media y las actuales tierras castellano-manchegas, muchas de las cuales siguen siendo frontera con el Islam, no juegan un papel demasiado decisivo en la historia. Toledo, por el contrario, seguirá siendo un centro político y administrativo fundamental, con una actividad mercantil importantísima; con los Reyes Católicos es sede de las Cortes.
LA DE FUERA.