Inconfundible el olor de la jara, donde quiera que me encuentre ese olor siempre me trae el recuerdo del peñón del escribano, de todas las tardes que he subido en bicicleta con mi hermano, mis primos, y amigos del pueblo, tardes que siempre acaban con algún incidente en la vuelta al pueblo y es que era raro que a alguno no le derrapara la rueda en la cuesta abajo.