Este año he repetido, no podía ser de otra manera, después de que el año pasado os acompañara en vuestras fiestas de nuevo me he sentido un "cuervo más", aunque las fiestas no son lo mío, por eso quizás, por que las observo de una manera más objetiva estoy admirado de la vuestra. Ese desfilar de peñas, cada una en su medio de transporte estrafalario, con vuestros cantos, vuestros colores y toda la alegría que contagiais. Yo decía, me siento un "cuervo" más y a veces, tengo la impresión de que llevo toda mi vida conociendoos. Maribel y Calixto, muchas gracias, han sabido contagiarme el amor por su pueblo, por sus costumbres, por sus gentes, por sus parajes, por su casa, en fin, por todo aquello por lo que ellos aman tanto a este pequeño pueblo.
Ya Almadenejos forma parte de mi vida, me he bañado en sus aguas (el Burcio), he andado sus caminos, he alternado con sus gentes, incluso he tenido el atrevimiento de presentarme a su virgen del Rosario y ser un espectador de su juego de bandera; también he bebido del "chapurrao" con ese sabor tan especial que tiene la nostalgia mezclada con la tradición, incluso me he permitido el lujo de ir a ver las pinturas rupestres a la cueva.
Recuerdo la primera vez que fuí:
entré por la puerta de la Mancha y llegué hasta la de Almadén, pero no he sido capaz de salir de sus murallas, siempre me quedaré dentro de su contorno, beberé en sus bares y pasearé por sus paisajes hasta el fin de mis días. Almadenejos esta conmigo, donde yo vaya.
Entre la fiesta, el sonido de la berrea, el hermoso cielo estrellado que se observa desde el peñón del Escribano y la vista nocturna del pueblo como un motivo navideño, una vez más me voy contento y pensando en la próxima visita.
Siempre que parto vuelvo con nostalgia la cabeza hacia el pasado, no puedo evitarlo, y veo alejarse la estación que tantos viajeros y trenes habrá visto desfilar por delante de sus narices y me siento uno más, uno de los muchos que tuvo la dicha de contemplar vuestro hermoso pueblo
Ya Almadenejos forma parte de mi vida, me he bañado en sus aguas (el Burcio), he andado sus caminos, he alternado con sus gentes, incluso he tenido el atrevimiento de presentarme a su virgen del Rosario y ser un espectador de su juego de bandera; también he bebido del "chapurrao" con ese sabor tan especial que tiene la nostalgia mezclada con la tradición, incluso me he permitido el lujo de ir a ver las pinturas rupestres a la cueva.
Recuerdo la primera vez que fuí:
entré por la puerta de la Mancha y llegué hasta la de Almadén, pero no he sido capaz de salir de sus murallas, siempre me quedaré dentro de su contorno, beberé en sus bares y pasearé por sus paisajes hasta el fin de mis días. Almadenejos esta conmigo, donde yo vaya.
Entre la fiesta, el sonido de la berrea, el hermoso cielo estrellado que se observa desde el peñón del Escribano y la vista nocturna del pueblo como un motivo navideño, una vez más me voy contento y pensando en la próxima visita.
Siempre que parto vuelvo con nostalgia la cabeza hacia el pasado, no puedo evitarlo, y veo alejarse la estación que tantos viajeros y trenes habrá visto desfilar por delante de sus narices y me siento uno más, uno de los muchos que tuvo la dicha de contemplar vuestro hermoso pueblo