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ALMADENEJOS: Cartucho; primero bien por tu hermano, y en cuanto...

Ante todo he de decir que apoyo la instalación de un centro para residencia de mayores en Almadenejos.

Además de generar trabajo, atraería a todos y todas los que tuvieron que emigrar en su día, la confianza y la certeza del amparo y de la cercanía que supondría un centro así en el lugar donde tenemos las raíces.

Existe una gran diferencia de un centro de este tipo en una gran ciudad, donde predominan valores que en las grandes urbes se pierden, ya en lo cotidiano.

Hoy he ido a visitar a mi amigo Abdón (persona con bastantes quintas de adelanto a la mía - 88 años). Pero que la diferencia generacional no impedía que coincidieramos en muchos aspectos de la vida. Yo agradecía sobre todo que transmitía vivencias que nunca hemos vivido los de mi generación, ni mucho menos las posteriores.

Es un hombre que antepone la cordialidad y la amabilidad a todos los malos rollos que desgraciadamente se sufren y que él especialmente sufrió en su niñez y juventud. A ello hay que añadir que se quedó prácticamente sólo porque no se casó, ni tuvo descendencia directa.

He de decir que yo no he visitado a fondo, afortunada o desgraciadamente, una residencia de ancianos en mi vida.

Hoy se ha dado la ocasión.

No sé si por la especial sensibilidad que tengo con la hospitalización de mi hermano, o porque cada vez percibo más los sentidos que las palabras, he extraido de mi visita:

Al tener obligadamente que estar buscándole por una residencia de grandes dimensiones, he podido captar muy diversas situaciones, hasta que he dado con él y con la persona que conducía el carrito que le transportaba (su sobrina).

Mi impresión ha sido brutal. Ya no me reconocía, aunque sí atisbaba un grado de agradecimiento en su gesto y en su disposición a entablar conversación conmigo.

En mi tránsito por la residencia, por cierto de las más modernas y preparadas, he denotado una impersonalidad y un abandono de los seres mayores.
Esos mismos que a todos tanto no han dado y nos siguen dando todo.
Me explico.
Entraba en salas (la verde, la naranja, la amarilla.....) en las que sólo había personas ancianas en carritos de ruedas sin ningún amparo, salvo el mío.

Provocaba a mi llegada escenas como la de una señora que me ha cogido del brazo para decirme " ¡qué calor hace aquí!" u otra señora que me ha empezado a gritar " ¡Enfermera, Enfermera!. Puedo jurar que no iba de blanco, pero debía ser la única persona fuera de lo común que veían en el día.

Otra percepción mía es que tampoco había comunicación entre ellos mismos.

Por otra parte, he de decir que los seres más cariñosos y amables que te cruzas en estas instalaciones son los propios ancianos y ancianas, que tiene buenos modales (saludando, aunque equivoquen los días por las tardes) y descubriendo semblantes que esconden haber dado todo de sí entregando mucho cariño, y con la esperanza de verse correspondidos-as.

Muy al contrario, me he encontrado también con personas antipáticas, sin ninguna empatía o disposición en los pasillos y en las estancia, y que ni siquiera han corrrespondido a un saludo.

Penosamente, algunos eran profesionales del propio centro; otros, visitantes (familiares o allegados de los residentes).

En base a esta percepción de aislamiento, incomunicación y hasta desatención, en la que creo mucha gente coincide, creo que hemos de defender una Residencia propia cercan, que no sea tan impersonal, en la que la gente se conozca, viva en cordialidad y con el cariño de los que siempre les han rodeado. O en la propia familia que pueda acoger al miembro correspondiente.

Más valiera y se invirtiera en estas cosas en lugar de en cuestiones superfluas.

Cartucho.

Cartucho; primero bien por tu hermano, y en cuanto a la residencia, te diré que llevo predicando en el desierto mucho tiempo, esto fue una de las cosas que me indujeron a presentarme en las elecciones de Mayo, pero me quedé sólito, y ya ves como estamos, te recomiendo que repases mis mensajes anteriores, un abrazo Serafín.