NO sé dónde están los indignados andaluces, en qué calle manifiestan su cabreo, frente a qué domicilios vociferan sus consignas, ante qué instituciones despliegan sus pancartas al fin de testificar su enfado por el mangazo descomunal provocado por los ERE falsos surgidos del «fondo de reptiles» de la Junta de Andalucía. No he visto a ninguno de ellos exhibiendo sábanas pintadas con letra negra en la que se tilde a nadie de ladrón. No he escuchado bocinas sonando frente a alguna Consejería. Ni manifestaciones de repudio en cualquiera de las comparecencias públicas de los dignatarios de la Administración autonómica. Será que no he estado pendiente. O será que la indignación no ha alcanzado la dosis necesaria para que algunos la expresen con la contundencia acostumbrada ante otros casos,