Hace cincuenta años, el ser humano llegaba por primera vez a la Luna. Aquel 20 de julio de 1969, la vida de nuestra especie cambió al ser capaces de llegar a nuestro satélite, pisarlo brevemente e incluso analizar algunas de sus principales características. Pero existe una gran curiosidad, de la que no se ha hablado mucho, y que comparten los doce astronautas que llegaron allí en diferentes misiones: el mal olor de la Luna.
Las impresionantes vistas, la ausencia de gravedad o la soledad lunar son algunos de los temas sobre los que siempre han hablado aquellos héroes que consiguieron alcanzar nuestro satélite. Sin embargo, lo que sorprendió a buena parte de ellos fue el propio polvo lunar. Su textura, la manera de moverse y, especialmente, la facilidad que tenía para adherirse al traje provocó que muchos de ellos quedarán prendados de tan extraño material.
Se trata del conocido como regolito lunar que, según describen algunos de los astronautas que llegaron a nuestro satélite, se encontraba flotando sobre la misma superficie, como suspendido por encima del propio suelo. Pero, ¿cómo pudieron olerlo si iban protegidos por los trajes? Pues ni más ni menos que por culpa de la facilidad que tenía este material para quedar adherido en la ropa de los astronautas, por lo que lo llevaron al interior de sus naves.
Según se explica en las 'Crónicas del Apolo de la NASA', se trata de un material "increíblemente pegajoso" y que, a pesar de que los astronautas se trataban de cepillar tras las incursiones lunares antes de entrar a sus módulos, en muchas ocasiones era imposible deshacerse de ese polvo. Así, botas, guantes y especialmente las arrugas del traje quedaban impregnados de un material que quedaba 'pegado' por un fenómeno similar a la electricidad estática.
Lo que ninguno de los astronautas esperaba era descubrir el mal olor que tenía el polvo lunar, algo totalmente inesperado para ellos. Tal y como confirma la 'BBC', el primer astronauta en referir la fetidez del regolito lunar fue 'Buzz' Aldrin: "Huele a carbón quemado, similar a las cenizas de una chimenea, sobre todo cuando echas un poco de agua sobre ellas", confesaba el piloto del Apolo XI en plena expedición. Pero no fue el único que siguió esa vía.
Charlie Duke, piloto del Apolo XVI, también explicó por radio que se trataba "de un olor realmente fuerte. Huele igual que la pólvora", confesaba. Años después, otro astronauta del Apolo XVII confirmaba el mismo mal olor: "Huele como si alguien hubiera disparado una carabina aquí dentro". "No era un olor metálico ni agrio, sino muy parecido al de la pólvora quemada. Es lo más parecido a lo que lo podemos comparar", indicaba Jack Schmitt, otro tripulante del Apolo XVII.
¿Por qué huele mal?
Pero, ¿por qué huele mal el polvo lunar? Lo cierto es que tiene una curiosidad y es que, a pesar de que todos los astronautas confesaron su mal olor en pleno espacio, las muestras que llevaron a la Tierra perdieron su olor por completo. Los expertos aseguran que el motivo es que se contaminaron con el aire y el agua terrestres, provocado que perdiera sus cualidades. Eso sí, consiguieron descubrir que está formado de dióxido de silicio, hierro, calcio y magnesio, entre otros elementos.
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