Según la
tradición, Blas de Sebaste era conocido por su don de curación milagrosa, que aplicaba tanto a personas como a animales. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de
pescado. Este sería el origen de la
costumbre de bendecir las gargantas el día de su
fiesta el 3 de febrero.
Se le acercaban también los animales enfermos para que les curase, pero en cambio no le molestaban durante su tiempo de oración.
Cuando llegó a Sebaste la persecución de Agrícola (gobernador de Capadocia) contra los cristianos, sus cazadores fueron a buscar animales para
juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la
cueva de
San Blas. Allí encontraron a San Blas en oración y le detuvieron.