En la Ermita de San Isidro hay dos imágenes pequeñas una de ellas es "Santa" María de la Cabeza que era la esposa de San Isidro y que además tuvieron un hijo que también fue Santo que es San Millán
María Toribia, conocida como Santa María de la Cabeza, según la tradición, ya que el dato no consta documentalmente, nació en Caraquiz, municipio de Uceda, provincia de Guadalajara, no obstante son varias las localidades que se disputan ser el lugar de nacimiento de la santa. Gran parte de su vida transcurrió a lo largo de la vega del río Jarama, a la cual pertenece geográficamente Cobeña, al lado de su marido, San Isidro, que vino a parar a estas tierras sirviendo a su amo Iván de Vargas, noble que posiblemente ya ostentase el señorío de Cobeña, otorgado quizás junto con más tierras y heredades a los Vargas por el rey Alfonso VI tras la conquista de Madrid y debido al apoyo que esta familia prestó a dicho rey.
Cobeña, Talamanca de Jarama, Caraquiz, Torrelaguna, e incluso Uceda son pueblos vinculados a la vega del Jarama y que revindican la naturalidad de la Santa en su jurisdicción. Más aún, numerosos hechos prodigiosos se vinculan a las tierras de estos lugares que testimonian el posible origen de la Santa.
Tampoco existen datos documentales sobre la fecha de nacimiento como de defunción y todos son atribuidos a la tradición. No hay datos históricos que puedan confirmar o desmentir estas tradiciones. En 1629, en su obra A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid: historia de su antigüedad, nobleza y grandeza, Jerónimo de Quintana analiza la cuestión del origen de Santa María de la Cabeza y termina concluyendo que debió de nacer en Cobeña o en Uceda. En 1752, al tratar la cuestión en su obra Historia puntual y prodigiosa de la vida, virtudes y milagros de la bendita María, Francisco Serrano rechaza el argumento de Cobeña pero es de gran interés que detalla las declaraciones de varios cobeñeros sobre el asunto en el expediente de beatificación (el 3 de septiembre de 1613).
En otra sección del libro, Francisco Serrano menciona que la familia de los Colodro reclamaba pertenecer a la familia de los Cabeza:
De Cobeña han salido sujetos muy ventajosos, entre los que no merecen menor nombre Álvaro Colodro, uno de los conquistadores de Córdoba, de las familias más distinguidas de este pueblo, que años después emparentaron con los Cabezas, por donde singularmente introducen la demanda para la filiación de nuestra santa labradora (Santa María de la Cabeza). Por último, Antonio de Trueba, en el apéndice a la segunda edición de sus Cuentos Campesinos, en 1865 recoge también esta tradición, que debió de escuchar en la misma Cobeña a mediados del s. XIX:
Fue la esposa de San Isidro Labrador. La tradición nos cuenta que San Isidro visitaba con asiduidad santuarios y ermitas del contorno de Cobeña, Varios historiadores citan la de Nuestra Señora de Belvis, cerca de Cobeña, incluso la Virgen del Castillo, inmediata a Paracuellos de Jarama.
Así, la tradición también nos cuenta que Iván de Vargas, amo de San Isidro, mandó al santo matrimonio a cuidar de la heredad conocida como La Eraza, que los Vargas tenían en Talamanca.
La iglesia católica confirmó su culto mediante el breve apostólico de 11 de agosto de 1697.2
María Toribia, conocida como Santa María de la Cabeza, según la tradición, ya que el dato no consta documentalmente, nació en Caraquiz, municipio de Uceda, provincia de Guadalajara, no obstante son varias las localidades que se disputan ser el lugar de nacimiento de la santa. Gran parte de su vida transcurrió a lo largo de la vega del río Jarama, a la cual pertenece geográficamente Cobeña, al lado de su marido, San Isidro, que vino a parar a estas tierras sirviendo a su amo Iván de Vargas, noble que posiblemente ya ostentase el señorío de Cobeña, otorgado quizás junto con más tierras y heredades a los Vargas por el rey Alfonso VI tras la conquista de Madrid y debido al apoyo que esta familia prestó a dicho rey.
Cobeña, Talamanca de Jarama, Caraquiz, Torrelaguna, e incluso Uceda son pueblos vinculados a la vega del Jarama y que revindican la naturalidad de la Santa en su jurisdicción. Más aún, numerosos hechos prodigiosos se vinculan a las tierras de estos lugares que testimonian el posible origen de la Santa.
Tampoco existen datos documentales sobre la fecha de nacimiento como de defunción y todos son atribuidos a la tradición. No hay datos históricos que puedan confirmar o desmentir estas tradiciones. En 1629, en su obra A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid: historia de su antigüedad, nobleza y grandeza, Jerónimo de Quintana analiza la cuestión del origen de Santa María de la Cabeza y termina concluyendo que debió de nacer en Cobeña o en Uceda. En 1752, al tratar la cuestión en su obra Historia puntual y prodigiosa de la vida, virtudes y milagros de la bendita María, Francisco Serrano rechaza el argumento de Cobeña pero es de gran interés que detalla las declaraciones de varios cobeñeros sobre el asunto en el expediente de beatificación (el 3 de septiembre de 1613).
En otra sección del libro, Francisco Serrano menciona que la familia de los Colodro reclamaba pertenecer a la familia de los Cabeza:
De Cobeña han salido sujetos muy ventajosos, entre los que no merecen menor nombre Álvaro Colodro, uno de los conquistadores de Córdoba, de las familias más distinguidas de este pueblo, que años después emparentaron con los Cabezas, por donde singularmente introducen la demanda para la filiación de nuestra santa labradora (Santa María de la Cabeza). Por último, Antonio de Trueba, en el apéndice a la segunda edición de sus Cuentos Campesinos, en 1865 recoge también esta tradición, que debió de escuchar en la misma Cobeña a mediados del s. XIX:
Fue la esposa de San Isidro Labrador. La tradición nos cuenta que San Isidro visitaba con asiduidad santuarios y ermitas del contorno de Cobeña, Varios historiadores citan la de Nuestra Señora de Belvis, cerca de Cobeña, incluso la Virgen del Castillo, inmediata a Paracuellos de Jarama.
Así, la tradición también nos cuenta que Iván de Vargas, amo de San Isidro, mandó al santo matrimonio a cuidar de la heredad conocida como La Eraza, que los Vargas tenían en Talamanca.
La iglesia católica confirmó su culto mediante el breve apostólico de 11 de agosto de 1697.2